Tucídides se enmarca como un filósofo político en el libro Historia de la Filosofía Política de Leo Strauss y Joseph Cropsey (compiladores). En este libro, el texto de David Bolotin analiza al pensador ateniense por su obra Historia de la guerra del Peloponeso, que narra el conflicto bélico entre Atenas y Esparta.
Se lo considera como un filósofo político no por sus planteamientos de cuestiones universales, sino por su ofrecimiento de una enseñanza política sobre un acontecimiento particular que «revela la verdad general y permanente» y da claridad sobre el pasado, futuro y las guerras. Su narración promueve, aunque realmente no dice qué hacer, que los lectores obtengan sabiduría política mediante el juicio del lector que se somete a la prueba de la larga narración de la guerra.
La Guerra del Peloponeso fue grande y terrible por el antagonismo entre Atenas y Esparta, que se encontraban en la cúspide de su riqueza y poder. Para este pensador la causa auténtica de la guerra se encuentra en el engrandecimiento de los atenienses y el temor que provocó esta situación a los espartanos. Se ponen en perspectiva otras causas pero que en su interior hacen referencia a la anterior. Por ejemplo, la alianza entre Atenas y Corcyra en contra de Corintio o los actos de Atenas en Potidea. Observaban una injusticia ateniense y la amenaza de futuras injusticias. Esparta estaba en la obligación de hacer la guerra por el temor que inspiraba el poderío de Atenas.
Una de las principales cuestiones que entran en juego, por la franqueza de los argumentos de los atenienses, es el papel de la justicia frente a la ley de la naturaleza. La justicia solo es posible cuando hay un poder igual que se impone a los lados contrapuestos, y cuando no existe ese contrapeso, no hay forma de detener que un poder superior tome aquello que anhela. Ese argumento demuestra que en realidad los hombre se encuentra sometido a la ley natural, por la cual, los hombres tienden a la dominación y los fuertes someten a los débiles.
Atenas se regocija en su superioridad moral y la belleza de las cosas buenas y malas que deja para la historia su poderío. Afirmaban que la justicia no disuade a nadie. Sin embargo, debajo de todo ese comportamiento se encuentra el egoísmo y la búsqueda de seguridad y lucro, que olvida la virtud.
Otra cuestión importante es la contraposición entre el bien común frente al interés propio. Para Atenas, cuando no existe la justicia y no se llega al bien común (coincidencia de intereses), se buscan los deseos propios. Los atenienses eran audaces, inteligentes, demócratas, moderados, decentes y cambiaban de opinión. Sin embargo, al buscar el imperio, el amor a la conquista de Sicilia, los dejó cerca a la derrota, como finalmente ocurrió. El amor no les permitió medir los costos y riesgos por la gloria venidera del imperio.
La realidad de la derrota se atribuye a la ambición privada del honor y lucro. No había una armonía entre las ambiciones privadas de los jefes y el bien público característico de Atenas. Los disidentes de la conquista no se expresaban por temor a ser reprimidos. Si la verdadera justificación del imperio no era otra que alcanzar el bien propio de cada uno y no la superioridad o egoísmo, se hubiera llevado a una correcta evaluación de los medios y fines.
Tucídides muestra que los seres humanos pueden ser engañados por su poder, las ambiciones o las posiciones compartidas por la sociedad como el gobierno o sus frutos. Por ello, la búsqueda de la verdad, poner en entre dicho las convicciones y la adecuación del comportamiento y los medios son más necesarios que nunca.