Laje reflexiona sobre una verdad de perogrullo; la izquierda domina la cultura y la derecha se ha retraído al ámbito económico. El libro «La Batalla Cultural» tiene el objetivo final de generar un conglomerado de las diversas derechas unidas para dar la lucha cultural. Esta «nueva derecha» confrontará la hegemonía de la izquierda y el progresismo en la definición de la cultura. A continuación vamos a esbozar a grandes rasgos la Teoría de la Batalla Cultural de Agustín Laje.
Laje señala que la cultura tiene tres acepciones: Elitista (cultos vs incultos); Antropológica (elementos que definen una sociedad); y Estética (creación artística y estética). El dominio de la cultura implica una batalla, un conflicto de cierta magnitud que necesita esfuerzos racionales para conseguir la victoria. También hace hincapié en que la cultura no es solo fin, también es un medio de la batalla cultural. Por ello, toda revolución política o cambio de hegemonía política necesita esfuerzos de ingeniería cultural.
La cultura, economía, política y estado fueron modelados por la tradición, religión (Dios), naturaleza, lazos tribales, usos y costumbres. Sin embargo, el impulso del protestantismo cuestionó y transgredió la «divinidad» de la naturaleza, y exploraron en esta la capacidad metódica y racional de Dios. Al igual que el avance de la mentalidad burguesa fundamentada en la experiencia dió paso a la centralidad del ser humano y la razón. La emancipación y automatización de los diferentes ámbitos de acción marcaron el inicio de la modernidad. La modernidad separa el contenido de la actividad, es decir se ha vaciado de “propósito” a las actividades humanas, y las expone al cuestionamiento o a la lucha para llenar de contenido. La sociedad moderna es mayoritariamente secular, funcionan con economías de mercado y estados burocráticos completamente atomizados.
En la modernidad la cultura es un campo de acción diferenciada y abierta al dominio, que fundamentalmente busca desligarse y destruir aquello que la refrena o es obsoleto. La modernidad refleja tanto la pérdida de sentido común o la aparición de un pluralismo cultural. La Batalla Cultural otorga sentido y “religa” el orden social en contraposición al vacío. El estado, la educación o la legislación intentan cambiar la naturaleza, poner fin a la tradición y transformar al ciudadano con la ingeniería cultural y nuevas doctrinas sustentadas en la razón y el positivismo. Por lo tanto, es posible evidenciar esfuerzos conscientes de transformar la sociedad con elementos culturales para consolidar proyectos políticos.
La ideología es un conjunto de ideas abstractas relacionadas con el ejercicio del poder, también se constituye como el instrumento de la Batalla Cultural para la construcción del hombre ideal. Aquí los intelectuales entran en escena porque son relevantes para la contienda que busca dominar y transformar deliberadamente la cultura. Toman posición y utilizan el conocimiento con una estrategia y diversos esfuerzos de conducción hegemónica y contrahegemónica, que se complementan con habilidades comunicativas. Su finalidad es de dar legitimidad o deslegitimar a los procesos políticos.
En la democracia actual el pueblo es un una fuente de poder soberano que cede sin condicionamientos su poderes y los centraliza en los gobernantes. La democracia directa es imposible sin representación de partidos o líderes. Sin embargo, el pueblo es un concepto aspiracional, este no es compacto ni uniforme, no existe una voluntad del pueblo. Pero busca su contenido en la opinión pública; que es la opinión mayoritaria. Los políticos compiten por representarla, y cuando no pueden tienden a utilizar diversos recursos (medios de comunicación, académicos, asesores, Estado…) para modificarla. La opinión pública es contingente y manipulable porque no es rigurosa, es resumida y fluctúa. Los medios de comunicación son el cuarto poder porque forman opinión y llegan a todos. La Batalla Cultural busca dominar la opinión pública a través de los medios y las tecnologías de comunicación, porque les permite «imponer doctrina» e influenciar.
El hombre moderno esta atomizado pero son las tecnologías de comunicación que reúnen a esa masa y le dan forma, además presenta baja resistencia a las ideas y es fácil que la retórica triunfe. En esto la expresión del poder se hace notoria. Ya no se trata de imponer (forzar) la voluntad en las relaciones sociales para producir, hacer, percibir y pensar. En cambio el poder también puede producir subjetividades por la palabra, puede forzar la mente y aceptación, consecuentemente produce permanencia, adhesión y disciplina. En definitiva los medios de comunicación tiene el poder para producir y difundir determinados contenidos a todos. El poder del mensaje es abrumador en cuanto este puede modificar y establecer realidades. Algunos de los efectos que producen los medios son: socialización, generan expectativas sociales, alteran el significante y significado, priming, framing, Agenda-Setting, jerarquizan a líderes de opinión y producen opinión diseccionada.
Con la llegada de la posmodernidad la sociedad se ha transformado en pos del relativismo, consumismo, deconstrucción, ataque a la razón ilustrada, heterogeneidad y hedonismo. Si en la modernidad las esferas económicas, políticas y culturales están diferenciadas, las posmodernidad busca la desdiferenciación. La cultura buscará invadirlo todo, por ejemplo en la economía.
La economía posindustrial produce a través de la tecnología, los servicios e intangibles, y su fuerza productiva es el conocimiento, la información y la innovación. Además el trabajo físico se ha modificado; presenciamos la disminución de la actividad manual y la automatización de industrias y máquinas, el incremento de inteligencia aplicada y del sector terciario (hay menos identificación de clase y no hay una alienación entre trabajadores). Todos estos aspectos están relacionados con la cultura, provocando que el antagonismo económico de paso al antagonismo cultural como elemento de lucha – rebelión. En la sociedad de consumo se aprovecha de las variables culturales parra multiplicar demandas y deseos, ese provoca un consumo cultural.
Este primer texto analiza la transformación del ser humano desde la premodernidad hasta la posmodernidad y observa como se han dejado espacios en los diversos campos de acción como la economía, política, estado, cultura, etc. a causa de que estos ámbitos se van desligando de valores, tradiciones, costumbres, religiones, etc. Esos vacíos se tratan de llenar con esfuerzos intencionales en los que tiene mayor primacía el progresismo. Como el ámbito cultural no es solo un fin, sino también un medio. Laje ha procurado describir el rol y los poderes de los agentes culturales como los intelectuales, los medios de comunicación, las tecnologías de comunicación, el cine, etc. por su capacidad de generar cambios. El siguiente texto se publicará aquí.
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