Atrás quedaron los partidos políticos donde los integrantes se agrupaban por ideas. Los manifiestos políticos, que incluían la base de principios y programas, ya no unen a los militantes y simpatizantes de un partido político, es más, la gente desconfía de los partidos políticos en una suerte de partidofobia, porque hacer política está mal visto y está asociado con oportunismo, corrupción, robo, malversación y otra suerte de males que comprometen no sólo delitos sino también conductas inmorales y antiéticas.
Si a principios del Siglo XX, militantes y simpatizantes se dividían en conservadores, republicanos y liberales, para que después se formen categorías polarizadas como socialistas, comunistas, liberales y socialdemócratas con el inicio de la Guerra Fría que separó mucho más los ejes políticos izquierda y derecha, para que terminen ambos bandos tildándose de “progres” y “fachos”. Después del D.S. 21060 en 1985, se calificó de “neoliberal” a toda persona que no sea de izquierda, para así terminar de una vez y por todas con la adopción de ideales como faro de acción de las personas y grupos políticos, porque los que están a favor del mercado, no quieren ser asociados con el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada y su “capitalización” que no es otra cosa que un estatismo al 51% de las acciones y el restante de inversión privada, cuando en Inglaterra, la verdadera privatización de Margareth Tatcher entregaba todas las acciones de las empresas públicas a los propios trabajadores en una suerte de país de propietarios y accionistas. Así, envenenaron los ideales de la libertad y las masas populares siendo capitalistas, enriqueciéndose en los mercados informales como el capitalismo aimara, detestan llamarse liberales, entonces, no existe coherencia entre lo que hacen y sus ideas que generalmente son estatistas, paternalistas y colectivistas.
Hoy en día, la partidofobia significa que los movimientos cívicos opositores al régimen de gobierno y los grupos de presión no quieren formar o ser parte de algún partido político con ideología, organización vertical, cuadros y dirigencia política, porque lo consideran malo, como si se tratase de un insulto, asumen que su movimiento es netamente cívico no partidario, “somos cívicos” es la consigna, y en las reuniones, cabildos y asambleas se controla que ningún partido o políticos este presente porque puede “ensuciar” las demandas y aspiraciones, la “ lucha cívica” en la ley se denominan “agrupaciones”, cometiéndose así, un error grave, porque estos movimientos son, quiérase o no, políticos.
La crítica a estos movimientos y agrupaciones cívicas, radica principalmente, en la poca organización que tienen por no contar con una estructura nacional, verticalidad de jefes, cuadros y comandos que ejecutan acciones coordinadas con objetivos claros y precisos, planes y metas que puedan ser medidos y que tengan responsables, los partidos tienden a funcionar de una manera orgánica que va más allá del voluntariado esporádico movido por el calor coyuntural, los movimientos cívicos terminan agotados y desgastados, los partidos políticos asumen la lucha casi profesionalmente, por eso son más eficientes y eficaces.
En Bolivia, la forma de cambiar las cosas no debería resolverse en las calles con sangre, mediante paros, bloqueos o uso de la violencia, si se asumió la democracia y el Estado de Derecho, entonces las instituciones y las leyes son las vías para las reformas y cambios democráticos, concretamente, los partidos políticos son los medios para llegar a la Asamblea Legislativa, y en el parlamento se plasman las demandas del soberano, en teoría.
Esto fue muy bien comprendido por el partido en función en gobierno. Como sabemos, el trópico fue poblado por colonos de origen andino, la altiplanicie y las minas habrían expulsado a sus habitantes hacia la supervivencia en las selvas para producir lo que se demandaba. Entonces, la situación se descontroló y por influencia norteamericana comenzó la erradicación de los cultivos mediante la ley draconiana 1008, que suprimió la presunción de inocencia y alcanzaba solamente a los “pisacocas”. La guerra contra el narcotráfico se perdió, y fruto de las injusticias, se originó un movimiento campesino que reivindicaba sus aspiraciones. Empieza una etapa de politización del área rural encabezada por dos dirigentes: Alejo Véliz y Evo Morales. En congresos campesinos realizados en 1994 se planteó la necesidad de tener un “instrumento político” que llevará al congreso las demandas mediante un órgano efectivo de defensa de intereses. Morales no pudo inscribir ante la Corte Nacional Electoral el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP), pero posteriormente el exfalangista David Añez Pedraza le entregaría la sigla Movimiento Al Socialismo – Unzaguista (MAS-U). Eliminaron los vestigios falangistas, comenzando así, una carrera exitosa que los llevó al segundo lugar el año 2002, elecciones presidenciales ganadas por Gonzalo Sánchez de Lozada, pero Morales no descansaría en su ambición de ser presidente, llevando a la convulsión la precaria democracia.
El MAS, por experiencia propia, sabía que no podía convertirse en partido político así por así, entonces recurrió a un “taxipartido”, tal como en el presente los candidatos compran o alquilan siglas para llegar al poder, porque quien cuenta los votos, el Tribunal Electoral, es quien autoriza o pone barreras a los enemigos de turno, quien cuenta los votos decide quién participa y quién gana, por eso, en función de gobierno se ocuparon de cooptar vocales para beneficio propio, para los enemigos la ley, para los clientes políticos hay flexibilidad.
El ex vicepresidente Álvaro García Linera aseguraba que los partidos políticos siguen la misma “matriz ideológica” masista, estamos de acuerdo, los partidos políticos de oposición son estatistas en lo político y socialistas en lo económico, se ocupan de investigar casos de corrupción y presentar leyes limitando más la libertad económica, principalmente, por eso, hace falta asociaciones, entiéndase “partidos políticos” que lleven adelante reformas diametralmente opuestas al pensamiento masista, esto significa llevar adelante propuestas que favorezcan y respeten la propiedad y empresa privada, la inversión privada nacional y extranjera, la eliminación de los infiernos tributarios, laborales y burocráticos que ahogan todo emprendimiento pequeño y mediano que desea formalizarse, la reducción del aparato estatal, limitación al gobierno, reforma judicial rumbo al Estado de Derecho, abrogación y derogación de leyes malas y liberticidas, etc.
Luis Christian Rivas
Abogado, columnista, autor y docente.
Representante del Instituto Libertad, Capitalismo y Empresa (ILCE)
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