Tuvieron que pasar 28 años para que pudiera escribir este artículo. A lo largo de mi vida, he sido cuestionado por estudiar Ciencias Políticas y dedicarme intensamente a generar contenido político, mientras mi trabajo principal se encuentra en el mundo de los negocios y las empresas. Siempre respondí de manera escueta: «Me gusta la política». Pero nada puede ser más falso y vacío de contenido. Este texto es, sin lugar a dudas, lo más personal que he escrito en mi vida pública.
Por qué no me interesa la política partidista
Nunca tuve una respuesta porque, en el fondo, no quise responder. La verdad es que nunca me pude imaginar haciendo algo diferente a la política. Sin embargo, no estoy interesado en la política partidista o rutinaria. No me atrae el poder ni los cargos en el sentido estético de la palabra. Si alguna vez se me pidiera ocupar un cargo político, es muy probable que no lo acepte, porque creo que puedo aportar más al país desde la empresa y los negocios. Desde ese espacio, puedo contribuir con consejos, educación, impuestos, puestos de trabajo, inversiones, crecimiento económico, sostenimiento familiar y desarrollo personal.
La política como herramienta de cambio
Por lo tanto, no es la estética de la política lo que me atrae. Lo que verdaderamente me apasiona es su capacidad como herramienta para el cambio. La mayoría de los políticos o postulantes utilizan la política para satisfacer sus aspiraciones personales: «Yo quiero ser presidente/alcalde/senador», pero no responden al porqué. Desde mi perspectiva, este es el mayor defecto de la política: su enfoque estético y superficial.
Otros buscan el poder político disfrazando sus intereses con motivos nobles o ideológicos, pero muchas veces no es un deseo sincero. Estas personas identifican las falencias estructurales con un análisis superficial o, peor aún, se aprovechan de ellas para sus propios fines. La búsqueda de poder también se enmascara en cuestiones ideológicas; empiezan en una organización política y, cuando esta fracasa, simplemente buscan otra embarcación.
Mi experiencia personal
He sido testigo y, en muchos casos, actor (para no decir víctima) de los males y vicios de nuestra sociedad. Me he enfrentado cara a cara con la peor versión de nuestra realidad, como muchos otros. Detesto la injusticia, la mentira, el odio, la división, el enfrentamiento. Sueño con una política inclusiva, donde todos tengan cabida dentro de un orden favorable. Amo servir a mi país y he buscado hacerlo desde este espacio, aunque no siempre haya sido suficiente.
La política, en sí misma, no cambia nada, pero puede ser una herramienta para empoderar a la población en su propio cambio. Sin embargo, la política no genera ingresos, los quita. No te puedes enriquecer en política si haces lo correcto. Por eso decidí no involucrarme en la política partidista ni organizacional. En su lugar, opté por un camino más difícil: estudiar, escribir y asesorar sobre política, mientras también construía un camino empresarial.
George Orwell y mi visión de la escritura
Concuerdo profundamente con George Orwell en su ensayo “Why I Write”:
«Cuando me siento a escribir un libro, no me digo a mí mismo: ‘Voy a crear una obra de arte’. Lo escribo porque hay alguna mentira que quiero exponer, algún hecho al que quiero llamar la atención, y mi preocupación inicial es lograr que se me escuche».
Detesto a los políticos que hacen política por los motivos equivocados, pero estoy dispuesto a ayudar a aquellos que quieran hacer lo correcto. Sin embargo, no puedo seguir financiando una revista que no ha alcanzado su potencial. Mi pasión no ha cambiado. Encontraré nuevas formas de llegar a las personas. Mi objetivo es prepararme más – formalmente -. No es que haya dejado de hacerlo, mi biblioteca continuó creciendo. Aunque muchas de mis textos no vean la luz pública, desde esta trinchera continuaré aportando al debate y al cambio. Tal vez desde otra latitud en el mundo.
Después de 28 años, entiendo que la política no es solo un cargo, sino el compromiso constante de buscar caminos para un cambio genuino y duradero en el país.
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