Para abordar propiamente la noción de “Sur Global” necesariamente debemos referirnos al Occidente Colectivo o como lo llamó la Comisión Brandt el “Norte Global”. Denominado de esta forma en el apogeo del neoliberalismo, exactamente allá por 1995. Representaba por aquella época al diminuto cúmulo de países veinte veces más ricos, en términos de PIB, que el resto del mundo. Estos países ostentan el monopolio de la producción de productos de alta tecnología que exportan a precios elevados al resto del mundo. Operan bajo la hegemonía de la divisa dólar, utilizan como chantaje económico la esclavitud de la deuda, imponen para su desarrollo la intervención militar, las sanciones punitivas y determinan los cambios de regímenes para obligar a otros países de la periferia capitalista a vender mano de obra barata, productos primarios y materias primas a precios ínfimos.
Entonces el denominado “Norte Global” es propiamente dicho un club de países imperialistas, que es además altamente selectivo desde 1914. Sólo se ha permitido la entrada a este selecto grupo a países como Corea del Sur, Japón y Alemania. Todos alineados bajo las directrices de Estados Unidos de Norteamérica.
Identificado el centro capitalista en el esquema centro-periferia global; recién se puede entender a cabalidad el denominado “Sur Global” como el conglomerado de países alejados de esta disposición geopolítica excluyente. No se trata de una simple disposición geográfica de países al sur de la línea del Ecuador. La comprensión de “Sur Global” como países excluidos y explotados por este esquema encuentra grandes dimensiones epistemológicas y de propuestas civilizatorias que van más allá del anticolonialismo o la decolonialidad.
El esquema geopolítico hegemónico moderno divide el mundo en ese pequeño club de países imperialistas “Norte Global” y la gran mayoría de países excluidos de ese esquema y a la vez explotados, “Sur Global”; los países antes colonias de los imperios británico, español, francés, norteamericano. Lo que aglutina a toda Sudamérica, Centroamérica, todo el continente africano y varios países asiáticos. Por ende, por mucho que los países capitalistas del Sur aspiren a convertirse en imperialistas, no se les permitirá. Un ejemplo de esta afirmación se da en Europa con Turquía. Un país mantenido en la incertidumbre durante dos décadas con la falsa promesa de unirse a Europa.
Este reparto del mundo por este club de países imperialistas excluye por tanto y por decisión de sus elites a Rusia, Brasil, Turquía, Arabia Saudí, Sudáfrica, Indonesia o cualquier otra potencia emergente; por mucho que sus gobiernos aspiren erróneamente a jugar algún papel importante en este esquema geopolítico global, sólo les queda el rol de países accesorios y periféricos.
Este mundo dialéctico y dividido entre el “Norte Global” con sus sistemas de dominación citados precedentemente y el “Sur Global” constituye a la vez un escenario de estrategias, tácticas y alianzas; en el cual los estados, que son los principales sujetos de derecho internacional público, política y diplomacia, disputan, en este sistema de reglas impuestas y asimétricas, sus intereses geopolíticos.
En retrospectiva histórica el “Sur Global” ha transitado de la conformación del orden bipolar (EEUU y la URSS) a la construcción del Sistema Mundo basado en el multipolarismo no sólo político, sino también financiero. El nuevo paradigma aglutinante de los países excluidos de este esquema global encuentra su sustento teórico e ideológico en los países africanos y asiáticos que consiguieron su independencia marcados por el fuerte impulso contra el colonialismo europeo; a la par Latinoamérica en su larga y transitada historia antiimperialista.
Es menester realizar un necesario parangón de dos momentos históricos globales para seguir estudiando la composición identitaria del denominado “Sur Global”. El primer momento tiene que ver con el surgimiento del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) en un contexto global de enojo, frustración y temor por lo que pudiera pasar durante la Guerra Fría. El objetivo de este movimiento era garantizar la autodeterminación de los pueblos oprimidos y la lucha constante por la completa independencia política de sus países miembros. Sus fundamentos se encuentran sustentados en los 10 Principios de Bandung de 1955:
1.- Respeto de los derechos humanos fundamentales y los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.
2.- Respeto de la soberanía e integridad territorial de todas las naciones.
3.- Reconocimiento de la igualdad de todas las razas y la igualdad de todas las naciones, grandes y pequeñas.
4.- La abstención de intervenir o de interferir en los asuntos internos de otro país.
5.- El respeto del derecho a defenderse de cada nación, individual o colectivamente, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
6.a.- La abstención del uso de pactos de defensa colectiva en servicio de los intereses particulares de cualquiera de las grandes potencias.
6.b.- La abstención de todo país de ejercer presiones sobre otros países.
7.- Abstenerse de realizar actos o amenazas de agresión, o de utilizar la fuerza en contra de la integridad territorial o independencia política de cualquier país.
8.- La solución pacífica de todos los conflictos internacionales, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
9.- La promoción de los intereses mutuos y de la cooperación.
10.- El respeto de la justicia y de las obligaciones internacionales.
Tras la caída del muro de Berlín en 1989 y la disolución de la URSS en 1991 el movimiento reflexionó su papel en la geopolítica internacional, negó el fin de la historia y más importante aún identificó el peligro de la hegemonía norteamericana.
En la actualidad los 120 países miembros de este movimiento (53 de África, 39 de Asia, 26 de América Latina y el Caribe y 2 de Europa) constituyen un bloque importante en la toma de decisiones políticas globales con el objetivo de favorecer el desarrollo participativo desjerarquizado; se plasma en su concepción ideológica el repudio al sometimiento; el impulso por la visibilización de los excluidos a través de estrategias económicas e informativas; se enfatiza la agenda de cooperación sur – sur y se plantea una nueva visión de la geopolítica apartada de las lógicas de dominación, sometimiento y conquista; una geopolítica de liberación por la independencia de los pueblos sometidos política, militar, económica, mediática y culturalmente.
El segundo momento histórico para entender el “Sur Global” tiene que ver con la pandemia del Covid-19 que trastocó todas las estructuras y superestructuras mundiales. Desde los sistemas de salud y su disyuntiva entre lo público y privado, hasta el negocio de las farmacéuticas con los gobiernos del mundo, pero fundamentalmente las lógicas de acumulación y distribución de la riqueza global. La hegemonía del dólar pierde fuerza en los mercados globales con la sociedad de los países miembros de BRICS y el manejo de sus sistemas económicos y financieros en sus propias divisas, a través de sus Bancos Centrales. La recomposición global lenta de este último acontecimiento también encuentra a los países miembros de la OPEP tomando la decisión estratégica de empezar a comerciar su petróleo en todas las divisas posibles, rompiendo con el monopolio del patrón: dólar estadounidense -barril de petróleo – dólar estadounidense.
Por todo lo mencionado el “Sur Global” encuentra grandes desafíos en el nuevo concierto internacional, mismos que son contrarios a los intereses del pequeño club de países imperialistas. Porque son precisamente las potencias las que alientan las guerras, conflictos armados, crisis humanitarias de refugiados, golpes parlamentarios y mediáticos a los procesos democráticos e intervencionismo como negocios muy lucrativos que alimentan el esquema global antes explicado.
Sin embargo, el sistema mundo se sigue desarrollando en la lógica de dominación centro – periferia. Desde el “Sur Global” se impulsa una política internacional de bloques en un mundo multipolar. Se trata de deconstruir los esquemas y lógicas globales de dominación y estratificación de los países, superar ese planteamiento geopolítico y lograr de forma efectiva a partir de intereses comunes una construcción global equitativa y justa. Se está planteando una alternativa coherente a las estructuras verticales que sostienen el sistema mundial que evidentemente están en decadencia.
La misma composición jerárquica, una suerte de burocracia mundial en un Estado – Mundo, como el Big Brother de George Orwell, es criticada actualmente. Los movimientos sociales mundiales aún trabajan en propuestas desde la acción para superar los mecanismos obsoletos mundiales que terminan sin resolver las grandes contradicciones de la modernidad. Los movimientos tienen algo claro: Que una nueva reconfiguración mundial con una estructura vertical no es la alternativa, porque demostró no solucionar los grandes problemas de la humanidad.
Estamos viviendo en un mundo multipolar, una suerte de comunitarismo que va adquiriendo más fuerza y relevancia en el mundo porque expresa la alternativa a un síntoma claro de enfermedad que no es más que la protesta constante ante el mundo enfermo en el que se vive. No es que nosotros como individuos estemos enfermos o sigamos enfermos por el covid-19, es que la pandemia y sus consecuencias hasta la actualidad develó las grandes asimetrías entre los países y las lógicas de subordinación en pos de la acumulación capitalista de unos pocos en perjuicio de muchos.

Es abogado y analista geopolítico
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