Las guerras de este siglo no solo se disputan en los campos de combate también se hacen con papel y pluma. Como la Batalla/ Guerra Cultural que enfrenta al conservadurismo contra la corriente woke por la hegemonía de las ideas, valores y principios en la sociedad y la cultura.
Con este fin, el libro Ser conservador es el nuevo punk (Esfera de los libros, 2023) del español Rodrigo Gómez Lorente, director de la Revista Centinela y director de la consultora NITID, recopila la visión conservadora de jóvenes pensadores. Esto último deja en el aire una pregunta – ¿por qué un grupo de jóvenes deja la piel al defender valores desprestigiados por la posmodernidad? – no tan sencilla de responder.
Pintan una realidad decadente: lazos sociales débiles e individuos disgregados; denuncian el intento de eliminar las diferencias culturales, herencias e identidad para tener un lienzo blanco sobre el cuál se construya y estandarice a los individuos; un mundo líquido potenciado por la digitalización; domina el nihilismo, cinismo y las pasiones por la falta de sentido y propósito, etc. Producto de la dictadura de la superioridad moral y corrección política que lo ha penetrado todo, y a la que cuestionan férreamente desde su trinchera.
Lo local. Un símbolo de pertenencia, arraigo y herencia transmitida por generaciones, contrasta con la idea de que somos lo que usamos, consumimos o compramos, o lo que elegimos ser. “Somos hijos de nuestras vivencias y rutinas en [nuestros] entornos inmediatos” señala Carlos Hernández. Lo local se convierte en el “asidero perfecto contra la abstracción y soledad de estos tiempos”, y el lugar en el cuál la [política] Unión Europea puede restaurar su apoyo y legitimidad. Desde esta perspectiva, Hernández menciona que Chantal Delsol defiende el populismo por ser un “ejercicio de arraigo y soberanía de la gente ante la pérdida de todo lo que importa” como la identidad. Es una herramienta “paliativa del déficit democrático” que entre sus múltiples causas se encuentra el ejercicio tecnocrático de la política.
La belleza, no es subjetiva y relativa. Los gustos y preferencias no pueden estar por encima de características universales de belleza como la “simetría, proporción, equilibrio…” explica Jaime Cervera. La belleza conduce a lo verdadero y debe inspirar al bien y lo elevado. Lo bello ha sido extraído de la arquitectura, la música, el cine, etc. por el rendimiento económico. Cervera aboga por la restauración de la belleza porque elimina la confusión, nos hace vivir bien, inspira a luchar por ideales y conecta con lo que somos o lo que queremos ser.
Educación. Parece que los adolescentes se dirigen a las aulas de la universidad para conseguir un título, prácticas y, posteriormente, un contrato de trabajo (por pura motivación económica y utilitaria). Marisa de Toro no reivindica las letras o las humanidades sino el llamado de todo ser humano; “la elevación del espíritu”. El frenesí, la dispersión y la variedad casi infinita ha mermado el interés por las cosas del alma para reemplazarlas por el consumismo. “Se ha separado materia y espíritu, abocándonos a una falsa dicotomía que nos obliga a elegir… y hemos escogido la materia, creyendo incompatible el goce de realidades sensibles con el cultivo del alma” señala Marisa.
Nuestra especie ha propiciado la creación del Homo Ludens (lúdico) adultos con comportamiento de chiquillos, haciendo indiferenciable el comportamiento entre adultos y jóvenes. Pero la degradación trajo consigo al Homo Festivus; concentra sus fuerzas en el placer, la diversión, la fiesta y la euforia permanente, explica Marisa. No se cultivan, no tienen solidez y se muestran impecables ante los ojos de los demás, pero todo esto es solo superficial. Para esta escritora, corregir el problema de raíz requiere una educación que construya el carácter, que involucre la enseñanza de la literatura clásica y enfrentar la realidad.
Familia. “Hoy los subversivos somos nosotros” escribe Jaime Revès, su estilo de vida y forma de pensar desentonan con el orden establecido, convirtiéndolos en Punk. Además, menciona que para Russell Kirk la misión conservadora “es la de cuidar, preservar y fomentar lo bueno, lo verdadero y lo bello de este mundo”; como la defensa de la familia. Asegura que está en el “centro de la diana” porque romperla significa quebrar la “cadena de transmisión de lo que se ama y lo que perdura, y se hace vulnerable al adoctrinamiento y dependencia del poder, la sociedad de consumo y la propaganda de los poderes económicos”.
La familia está en un rápido declive por causas económicas, culturales e institucionales a las que se debe atacar. Para Revès la “familia es un santuario que debemos proteger”, por lo tanto, es necesario conocer los nuevos enfoques que hacen mella de la familia, porque considera que desde ese conocimiento se puede organizar la resistencia, movilizar a la ciudadanía, y dar paso al combate por la hegemonía cultural. Aunque sea un objetivo a largo plazo, la semilla queda plantada. Entre líneas deja ver que el conservadurismo se hace transversal ideológicamente en la medida en que vela por los pilares fundamentales de la sociedad.
Comunidad. Los conservadores tienen una tendencia a la comunidad, propio del pensamiento anti-sistema, que se define por aquello a lo que se opone, por ejemplo: el agotamiento del modelo de familia tradicional o la feminización de la sociedad. Para Esperanza Ruiz el “pensamiento conservador es más bien la unión espontánea en un territorio moral, la opción a renunciar a la aparente comodidad por aquello que es justo y verdadero”. Aunque el término conservador parezca peyorativo, su objetivo no es molar, sino hacer frente a la entropía social, y por tanto, se convierte en una forma coherente de hacer política.
Oscar Wilde, alguna vez, dijo “cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios los discursos”, y eso es justamente lo que hacen con este libro hecho por conservadores, una especie de revolución en un mundo que hace mucho abandonó las sendas antiguas por constructos sociales superficiales. Hacen una batalla cultural que desafía los dogmas posmodernos de la sociedad actual, para otorgar una cierta solidez sobre la cual la sociedad se desarrolle.