HOMENAJE | Última entrevista a la escritora Gaby Vallejo (1941 – 2024)
Fizuras – Luis A. Amurrio – ¿Cuál es el legado que quiere dejar?
Gaby Vallejo Canedo – Haber respondido a mi tiempo. Las mujeres éramos el sector excluido de la sociedad, en todo y por siglos: educación, arte, filosofía, política. Yo quería responder a ese sentimiento de exclusión que pesaba en mi experiencia vital. Por ejemplo, invitaban a escritores para representar al país en un congreso sobre literatura y automáticamente aparecían los nombres de varones. Ese tipo de elecciones eran y todavía son automáticas. Para serescritor e ir a un congreso y representar al país había que ser hombre. De ahí que cuando un escritor de peso, Humberto Guzmán Arce, se atrevió a romper con ese concepto y dijo: Gaby Vallejo escribe como hombre, “de pelo en pecho”, me sentí señalada, escogida, aunque herida en mi feminidad. No quería escribir como hombre de pelo en pecho, sino como mujer. Pero ese dato anecdótico me sirvió para aparecer con más fuerza, en el mundo de la literatura boliviana. Entonces quiero aparecer como la escritora de ruptura, contestataria, como lo ha señalado Willy Muñoz en su libro titulado “Gaby Vallejo: Contestaria y Social”.
F – Alguna vez mencionó que empezó tarde y que su literatura fundamentalmente parte de la experiencia y hechos vividos…
G. V. C. – Empecé a publicar a mis 27 años: artículos sobre literatura en “Presencia literaria”, pero empecé a escribir a mis 13 años, ante un primer dolor de amor. Descubrí el poder liberador, terapéutico de la escritura. A partir de esa experiencia escribí muchos cuadernos íntimos hasta que me arrojé a recuperar las experiencias vividas en la juventud sobre las guerrillas del Che Guevara y salió la novela “Los Vulnerables”.
F – Su libro ¡Hijo de Opa! (Séptima Edición: T. G. K., 2023) con estilo literario cinematográfico, monólogo interior, yuxtaposición de tiempo y espacio…permiten que la vinculen con los autores del Boom Latinoamericano…
G. V. C. – Muchos analistas han señalado que Hijo de Opa es una novela que reproduce las técnicas del boom latinoamericano. Posiblemente sea cierto, porque el escritor no puede evadirse de su tiempo y lugar. Yo leía mucho a los escritores del boom. A Vargas Llosa, sobre todo. Y no podía estar al margen. Utilizaba sus estrategias y su actitud ante la vida y ante la literatura. Una pertenece a su tiempo y lugar. Es inevitable. No se puede forzar e intentar escribir como un francés de siglo de siglo XVlll. Si por algo vales es porque representas tu época y tu lugar.
F – La versión fílmica de su libro ¡Hijo de Opa! que lleva de título “Los Hermanos Cartagena” realizada por el grupo Ukamau con la dirección de Paolo Agassi, es ya un clásico nacional boliviano. Su obra literaria cobró vida propia, ¿alguna vez dimensionó que su literatura alcance tal calado en la sociedad?
G. V. C. – La película solo tomó el lado de la violencia política en el país: torturas, asesinatos, represión, allanamientos, es decir las dictaduras militares. Dejó casi totalmente la problemática de la mujer. Me dijeron los cineastas que el soliloquio, el mundo interior de las protagonistas era muy difícil de representar en cine. De ahí que la película se quedó en la denuncia. En ese aspecto fue fabulosa. Por eso mismo sigue su rojo camino. La he visto en Panamá, en Ecuador, representando al país en Cine Social, Cine de la Revolución. En cambio, la novela ha seguido su propio camino. Ha sido tomada por los profesores de secundaria y, muy pronto, las ilegales ediciones pirata hicieron de las suyas y siguen haciendo, pero aun con esa terrible competencia se ha defendido hasta llegar a 14.000 ejemplares legales. Yo invité a Paolo Agazzi a la presentación simultánea de la novela y la película en una ceremonia que se realizó en Centro Portales, con analistas de la novela y actores de la película cuyos resultados están apenas circulando.
La novela fue escrita con rabia. Rabia porque el ser humano vive convertido en terrible víctima o asqueroso torturador. Rabia por no poder participar para arreglar ese mundo.
Gaby Vallejo
F – ¡Hijo de Opa! trata de política, partidos, torturas, dictaduras y revoluciones ¿qué la impulsó a escribir sobre temas comprometedores en momentos en los que la dictadura y la violencia política todavía persistían?
G. V. C. – La novela fue escrita con rabia. Rabia porque el ser humano vive convertido en terrible víctima o asqueroso torturador. Rabia por no poder participar para arreglar ese mundo. Y siempre igual. Hoy la literatura sirve para llevar a pensar. Ese es mi aporte. Mi rabia me lleva a pensar sobre nuestra naturaleza, lo que puede hacer el ser humano contra o a favor del otro ser humano.
F – El libro narra paralelamente la desintegración de una familia y del país; violencia familiar, fragmentación social y, al mismo tiempo, corrupción, golpes militares y una política que se asemeja a una sucia prostituta que va con el mejor postor. ¿es posible que los personajes Juan José, Martín, Angela, Elena, etc., como víctimas de un sistema, representen cada uno a un conglomerado específico de la sociedad?
G. V. C. – Es verdad que en la novela se cruzan la historia de una familia que se desintegra y el país, también. Pero hay un aspecto que ni la película ni los lectores lo han visto: Martín, el hermano que queda, termina la novela diciendo que sabe “cómo va a vivir” después de la desaparición de los Cartagena, y está con letras en negrilla, que ha ido preparando con sus elecciones y decisiones que sigue esperando que le escuchen y le entiendan. No lo voy a decir: Los lectores atentos pueden encontrar la respuesta que además está en lo que después he hecho con la biblioteca Thuruchapitas y las publicaciones del mundo andino popular.
F – El cuerpo enfermo, el cuerpo torturado, el cuerpo sexualizado son una constante en este libro ¿se podría considerar que el cuerpo es el objeto sobre el que se expresa la sociedad y política?
G. V. C. – Es evidente que el cuerpo es donde más registramos y sentimos los seres humanos todas las enfermedades, torturas, catástrofes. Por él vivimos, por él morimos. La vida y la muerte nos atraviesan por el cuerpo. En él se producen los asesinatos, las violaciones, los acosos sexuales. Las mujeres podemos sentir con más intensidad por el tabú, la prohibición que nos rodea.
F – ¿En la actual Bolivia, todavía fragmentada y con heridas expuestas, sigue considerando que la fuerza de cambio y alternativa son los indígenas?
G. V. C. – Sigo creyendo en la esencia del campesino, no recuperada hasta ahora, como planteó Enrique Dussel, el filósofo y pedagogo que acaba de morir. Lo que se ha hecho es utilizarlo, malearlo con los intereses políticos ajenos a su naturaleza e historia. El verdadero campesino todavía no ha llegado al poder.
F – Hay un mensaje implícito y muy profundo en su libro: Se puede esperar que el destino obre o que el ser humano construya su propio destino…
G. V. C. – El sentido final de una obra está en el lector. Es el que encuentra el sentido personal, y la obra recién cumple su objetivo. Y si hablamos de las personas, ellas están determinadas por tantos condicionamientos: herencia, sangre, genes, lugar de nacimiento, época, que el que nace no elige. Pero existen unas fuerzas que son las decisiones personales, con las que ese mismo ser condicionado anteriormente, aporta voluntariamente en cada momento. Es el encuentro de esas múltiples posibilidades las que hacen al hombre.
Gracias por haber leído con esa profundidad. Son detalles muy sutiles. Gracias por haberlos percibido.
Gaby Vallejo (1941 – 2024)
Escritora. Licenciada en Ciencias de la Educación. Profesora