Donde quiera que se mire, se observa un incremento de los conflictos militares, civiles y estatales, además de las crisis migratoria, económica y culturales. Podrían existir múltiples causas y razonamientos para cada acontecimiento. Pero en esta ocasión vamos a centrar el análisis en la siguiente hipótesis: Estados Unidos ha perdido su hegemonía mundial, por lo tanto, diferentes actores se lanzan a disputar esta posición, provocando inestabilidad global.
La guerra entre Rusia y Ucrania quebró la paz prolongada que vivía Europa, después de la Segunda Guerra Mundial. Por su parte, China ejerce constantes prácticas militares en contra de Taiwan. India ha incrementado el nacionalismo y populismo interno, y busca cambiar su nombre por Bharat. Lo más reciente es el enfrentamiento entre Israel y la organización terrorista de Hamás.
El mundo transiciona sutilmente hacia un nuevo orden mundial; un mundo multipolar. Ya que EE. UU. encuentra reducido su potencial hegemónico en factores centrales como: la economía, la moneda, el poderío militar, los avances tecnológicos y sus conflictos internos. Todo esto parece haber mermado su imagen de potencia mundial.
Entre los graves errores que EE. UU. Cometió para perder su hegemonía se encuentran:
1.- El creer que una China próspera abandonaría las prácticas antidemocráticas y adoptaría un comportamiento más amistoso con sus ciudadanos y en sus relaciones internacionales. Sin embargo, el haber fomentado el desarrollo económico de China con prácticas comerciales benévolas, en realidad, la apuntaló como rival estratégico, explica el politólogo John Mearsheimer en Foreing Affairs. China se ha convertido en el principal socio comercial de muchos países desarrollados y subdesarrollados. Captando materias primas a cambio de maquinarias, tecnología e infraestructura más barata. Desdibujando el papel de EE. UU.
2.- Los primeros años de este siglo XXI, EE. UU. ha hecho costosas guerras en Afganistán e Irak. Y el cómo (humillante) se ha retirado de Afganistán, por ordenes de Joe Biden, hizo que EE. UU pareciera aún más débil, como indica David Leonhardt.
3.- La división interna y la polarización de EE. UU. dificulta que este país se erija como la reserva moral de la democracia. Es el espejo en que todo el mundo se mira, y hace que, sobre todo, los países subdesarrollados, por el pesimismo, adopten anti democráticas y quieran incursionar en el populismo, autoritarismo y control poblacional.
Diversos actores observan la debilidad de EE. UU. y abogan por la constitución de un orden multipolar. Esto se traduce en caos. Es decir, mientras no existe un modelo que inspire y domine, una gran parte de los países y actores se lanzan a la arena mundial con acciones para conquistar posiciones, y que van en detrimento de la estabilidad mundial.
El caso de Israel no es aislado. Por muchos años, la posición y poderío de Israel lo convertían en un país impenetrable en medio oriente, además de su alianza con EE. UU. Los israelís confiaron en que esta situación sería invariable. En los últimos años, Hamás, aprovechando esa mentalidad, elaboró cuidadosamente un plan de ataque que traspasó todos sistemas estratégicos de defensa. Israel confió tanto en que no habría un ataque que dejó toda su defensa en manos de la tecnología, y cuando los ataques fueron no convencionales, el sistema de defensa dejó de funcionar.
¿Cuál es la postura que Israel debe tomar después del ataque de Hamás?
Partiendo de este escenario de multipolaridad, en el que EE. UU. dejó de ser el único actor hegemónico, Israel debe tener una postura cauta.
No existe la figura de un “alguacil” mundial que modele, castigue o favorezca la conducta de los países. La OTAN, con el liderazgo de EE. UU. se ve relegada a salvaguardar la seguridad de sus países miembros; europeos occidentales y Canadá, frente a la Unión Soviética. Cuando un Estado miembro es atacado, todos los otros Estados miembros reaccionan. La ONU tiene la función de prevenir o restaurar los conflictos armados, buscando que lleguen a acuerdos o concilien. Aplica medidas coercitivas, imponer sanciones económicas o iniciar acciones militares colectivas. Pero no determina quién tiene poder o se encuentra en una posición hegemónica.
El ataque del 7-O es el más traumático para Israel, siendo equiparado con el 11-9 por los sentimientos que ocasionaron en la población: consternación, pena, humillación, rabia y solidaridad. Nunca les había sucedido algo tan terrible. Esto podría provocar una reacción de gran magnitud.
Si bien se cree que una reacción proporcional a los ataques de Hamás es importante; Porque Hamás amenaza la existencia de Israel, por principio, por objetivo fundacional, por declaraciones, así como por la práctica. Este ataque no puede ser una carta blanca para que Israel y Benjamin Netanyahu exterminen a la población civil o saquen ventajas partidistas, personales, políticas, militares o de avanzada territorial.
En las palabras de George Packer:
“No dejéis que vuestra furia justificada sustituya a la razón. Dad rienda suelta a vuestra rabia, pero pensad fríamente: evitar víctimas civiles redunda en vuestro beneficio. No irrumpáis en Gaza sin un plan para después”.
La razón principal es que ante un ataque desproporcional puede aumentar significativamente el rechazo de los países musulmanes y acciones militares en su contra. Ya que existe una contradicción, Israel ataca a Hamás por el daño irreparables a los civiles, pero Israel maltrata y asedia a civiles palestinos.
Si la hipótesis es correcta, por la cuál: la figura de EE. UU. se encuentra mermada mundialmente e Israel supedita su existencia a este país. Una respuesta desproporcionada por parte de Israel puede desencadenar una contraofensiva de los países musulmanes y organizaciones terroristas y, por ende, generar una guerra larga y difícil, agravando el desorden mundial.