Probablemente conoces la oración de la serenidad:
Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia.
El creador de esta oración se llama Reinhold Niebuhr (Misuri, 21 de junio de 1892 – Massachussets, 1 de junio de 1971). Fue un teólogo y politólogo estadounidense, referente del pensamiento conservador y del realismo en la política internacional. La vida y las obras de Niebuhr influenciaron a cientos de políticos entre los que se encuentran Barack Obama y Jimmy Carter, traspasando las fronteras que separan a religiosos y seculares, y a conservadores y progresistas.
Después que EE. UU. lanzó dos bombas atómicas sobre Japón al final de la Segunda Guerra Mundial, este pensador alcanzó la fama porque ayudó a interpretar estos acontecimientos.
El portal web Religion & Politics explica el pensamiento de Niebuhr de la siguiente manera:
“Pecado, ironía, tragedia. Estas palabras saltaban de las páginas de los libros y discursos de Niebuhr. La humanidad cayó y fue redimida por la gracia de Dios, escribió Niebuhr. Pero esa redención es siempre incompleta y nunca podremos estar a la altura de las normas establecidas en la Biblia. Sólo aceptando nuestras limitaciones podremos sacar lo mejor de una situación imperfecta. En un mundo lleno de maldad, debemos elegir el bien, pero debemos aceptar que nunca podremos librarnos por completo del pecado. Lo irónico de nuestra situación es que a menudo debemos hacer lo que se considera malo por el bien.”
Por otro lado, Niebuhr señalaba que: Los individuos eran capaces de superar el pecado, pero los grupos no. “Los hombres individuales pueden ser morales al estar dotados de una natural simpatía y consideración por su especie”, señala Niebuhr. Pero para la masa social y grupos humanos es más difícil, si no es imposible, empatizar con los demás. De alguna manera, consideraba que el ser humano individual podía ser moral, pero está destinado a vivir en sociedades inmorales. Estas ideas se encuentran en su libro Moral Man and Immoral Society (Hombre moral y sociedad inmoral).
Neibuhr se alejó de su pasado pacifista, dejo su popularidad en nombre de la integridad; lo acusaban de utilizar el cristianismo para respaldar la violencia. En algún punto, este pensador, había dejado entrever que los cristianos a veces debían recurrir a la violencia cuando trataban con grupos. «Si las iglesias modernas tuvieran que simbolizar su verdadera fe», escribió en 1940, «quitarían el crucifijo de sus altares y lo sustituirían por los tres monitos que aconsejan a los hombres ‘no hablar mal, no oír mal, no ver mal'». Sus palabras resonaron en el momento en que la segunda guerra mundial transcurría, como un llamado a combatir a la Alemania Nazi y a Japón. Contemplaba que un extremo se encontraban las potencias fascistas – agresivas y en otro los ingenuos pacifistas, argumentaba: “Debemos elegir el sensato término medio… Debemos hacer el mal por el bien”.
En 1952, durante la Guerra Fría, fue invitado por el Departamento de Estado para aconsejar a los mandatarios norteamericanos para actuar con sabiduría y humildad frente a la Unión Soviética. Ese año escribió The Irony of American History (La ironía de la historia americana), en el cual volvió a manifestar la imperfectibilidad de la sociedad, pero ahondó en la política exterior.
Según Religion & Politics Niebuhr explicó que:
El mundo era un lugar imperfecto, y los estadounidenses tenían que despojarse de su inocencia si querían actuar con sensatez en su lucha contra la Unión Soviética. Manténganse firmes frente a la amenaza comunista, aconsejaba Niebuhr, pero no sucumban a la arrogancia ni a las cruzadas.
Sin embargo, sus advertencias sobre las cruzadas cayeron en saco roto; por ejemplo la Guerra de Korea. Al haber dado su aprobación a la Guerra Fría se pensó que los americanos siempre estaban en el lado correcto de la historia para hacer lo que vieran necesario. Niebuhr nunca buscó dar una carta blanca, pero sí “mantener la fe en sí mismos como actores políticos en un mundo problemático -que él denominaba pecaminoso-. Había mucho en juego, los enemigos eran astutos y la responsabilidad implicaba asumir riesgos. Niebuhr enseñó que los hombres morales tenían que jugar duro» señala su biógrafo Richard Fox.
Más allá de aportar una orientación académica, Niebuhr ayudaba a la gente con poder e influencia para tomar decisiones en momentos complejos. Su consideración que los seres humanos son seres defectuosos y que luchan constantemente contra el pecado. No es posible saber con exactitud si la gente poderosa considera a Niebuhr, en sus decisiones de gobierno, empresariales o sociales, para actuar con cautela y humildad o porque señala que los hombres morales a veces deben jugar duro.
*Este texto se ha elaborado a partir del ensayo Reinhold Niebuhr, Washington’s Favorite Theologian de Gene Zubovich del portal web Religion & Politics
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