El 21 de julio de 1911, nació Herbert Marshall McLuhan en Edmonton, Canadá y murió en 1980. McLuhan es uno de los principales referentes en el área de la información y comunicación. Se lo conoce como el “teórico de los medios». Ha dedicado su vida a investigar la influencia de los medios de comunicación modernos en el hombre de la sociedad posindustrial.
Una de las frases más célebres de este intelectual es “el medio es el mensaje”. Esto significa que “la forma en que adquirimos la información nos afecta más que la información en sí misma”. El impacto de una información provista por un medio escrito es menor al impacto que produce la atmósfera visual y auditiva de las redes sociales. Por ejemplo, un periódico comunica diferente un caso de corrupción o un accidente de tráfico a cómo lo hace TikTok.
Para McLuhan la única forma que tenemos los seres humanos de controlar a los medios de comunicación es mediante la comprensión pública de sus efectos.
Sabemos que en la actualidad el medio de mayor presencia y dominación es el digital. Todo información, contenido, así como la economía, política, cultura, etc. es mediado y traducido a códigos digitales para una mayor difusión y eficiencia. Esta tecnología de comunicación digital a diferencia de las precedentes genera un sistema de captura de la vida instantánea. Todo el tiempo todo se comunica, porque todo tiene la apariencia de información. Por ejemplo, alguien compra un auto, se saca una selfie y lo sube a la red.
Por lo tanto, uno de sus principales efectos es la captura total de la vida, aunque no de la totalidad. En este medio no solo se recibe información, también se crea, se distribuye, se comenta, se dan likes o dislikes, se guarda, se comparte o se participa en la creación de contenido. Poco a poco, consciente o inconscientemente nos damos cuenta de que toda nuestra vida se puede rastrear en internet. Ya sea por lo que realizamos con la tecnología; whatsapp, redes sociales, búsquedas en internet, preguntas a la inteligencia artificial, pero también por lo que nuestros aparatos dicen de nosotros; qué consumimos, cuántos pasos andamos, cuánto dormimos, etc.
Sin embargo, en los últimos años, el desarrollo de la comunicación y del ámbito digital ha dado un salto cuántico. Mencionamos a la inteligencia artificial, que va a reemplazar la capacidad analítica de las personas en tareas simples y no tan simples que requieran inteligencia. Más aún se pone en cuestión la suficiencia de la realidad, no es suficiente. Ahora se promueven entornos de realidad virtual y también de realidad aumentada. Lo que nos vienen a decir el futuro del avance tecnológico, es que no tenemos toda la capacidad intelectual y que la realidad en que vivimos ya no es suficiente, sino que se necesitan de inteligencias artificiales y entornos hiperreales, en los cuáles desarrollemos casi toda nuestra vida.
Examinando la principal implicación de este entorno comunicativo complejo, porque toda acción humana transmite un mensaje. Es muy probable que el hombre ceda su libertad a complejos irreales en el futuro, no por la fuerza, sino por medio de maneras altamente divertidas, beneficiosas, impulsivas, envolventes, gratificantes y por la automatización del trabajo. Esto comprometería su intimidad y resistencia al poder, todo sería previsible y medible, y cada ser humano podría ser condicionado a recibir información desde el ángulo más conveniente para el impulsor de estas tecnologías.
Escritores como George Orwell, Huxley, entre otros ya analizaron sobre el devenir de estos contextos.
Una sociedad de este calibre es posible, por ello es importante como seres humanos plantearnos hasta qué punto estamos dispuestos a ceder nuestra libertad por ciertos beneficios. Y lo más importante es entender que tenemos la capacidad de tener pleno conocimiento y dominio de las tecnologías, pero no dejemos que lo contrario suceda; que las tecnologías de comunicación actual tengan pleno conocimiento de nosotros y nos dominen.
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