Manuel López Obrador en México, Alberto Fernández en Argentina, Luis Arce Catacora en Bolivia, Pedro Castillo en Perú, Xiomara Castro en Honduras, Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia.
¿Qué tienen en común estos personajes, además de lo obvio? Que todos ellos tuvieron poca, o casi nula, competencia en cuanto a opositores en sus respectivos países.
En los últimos años Latinoamérica ha girado con mayor fuerza hacia la izquierda y pese a que muchas veces los que estamos en la vereda de enfrente culpamos a los votantes por tomar nefastas decisiones a la hora de elegir un mandatario, pasamos de largo la verdadera razón del éxito de la izquierda en nuestro continente: la falta de opositores de derecha.
Cuando en redes sociales te topas con frases como: “Bolsonaro es nuestra última esperanza”, lo tomamos en plan de broma, sin embargo, no hay frase más acertada que ésa. Jair Bolsonaro básicamente es “el pequeño arbusto” al cual nos aferramos con todas nuestras fuerzas antes de caer al abismo de la izquierda, metafóricamente hablando.
Bolsonaro es quizás uno de los últimos referentes de la derecha en Latinoamérica que intentará ser reelecto teniendo como contrincante a Luiz Inácio “Lula” da Silva, símbolo “renacido” de la izquierda y que además lidera las encuestas de cara a las próximas elecciones presidenciales en Brasil.
Bolivia no se queda atrás. Bolivia sigue la misma agenda que sus vecinos porque ha visto que la receta está funcionando.
La falta de una oposición fuerte, real y con presencia a nivel nacional es básicamente nula. Muchos de los que en 2019 se “autodenominaron” opositores han ido cediendo al poder azul casi descaradamente.
Ilusamente los bolivianos creímos que, con la huida de Evo Morales el 2019, comenzaba una nueva página en la historia política de nuestro país. La caída fue fuerte. Los “opositores” sólo aprovecharon un minuto de fama para figurar en la marea política, escalar peldaños y cogobernar con los azules. Hoy los puedes ver en Alcaldías y Gobernaciones, haciéndose de la vista gorda mientras el Gobierno hace de las suyas.
Entonces ¿cuál es la solución? ¿Ccómo podemos sacar a nuestro país del camino de la izquierda y la miseria? Mirando detenidamente la receta de nuestro mayor contrincante.
El Movimiento Al Socialismo (MAS) no llegó al poder de la noche a la mañana, sino como fruto de un trabajo organizado para, primero, reclutar gente e ir copando instituciones poco a poco, tan disimuladamente que nadie se dio cuenta. Ese trabajo tomó años de ejecución y es precisamente lo que le hace falta a la oposición boliviana.
En el momento en el que los actores políticos que quieren hacerle frente al MAS entiendan que, con alianzas momentáneas, líderes de papel y agrupaciones ciudadanas formadas a última hora, no van a poder vencer “al monstruo” que tienen al frente, en ese momento podremos voltear la página y comenzar un nuevo capítulo en la política de nuestro país.
Sin embargo, es un camino largo, no es una estrategia que surge de la noche a la mañana, o meses antes de cada elección presidencial.
Pero los cimientos para una verdadera oposición tienen que surgir ya. No reciclando viejos actores políticos, que van a terminar sus días tratando de vencer al MAS, elección tras elección, usando la misma receta errónea.
Carlos Mesa, Jorge Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina, Luis Fernando Camacho y muchos otros, ya tuvieron su oportunidad y no la supieron aprovechar. Hoy podemos ver a algunos de ellos mostrando su sumisión y complacencia con la agenda izquierdista que domina a Latinoamérica, felicitando a Petro por su victoria en Colombia, por ejemplo, pensando ingenuamente que un ex guerrillero puede cambiar y no sólo eso, sino además liderar una “nueva izquierda» en el continente latinoamericano. ¡Vaya ilusos!
Pero mientras esa nueva y verdadera oposición surja en el país, estamos a merced no solo del partido de Gobierno, sino también de los falsos opositores, que lo único que hacen es llenar de pétalos de flores el camino por donde caminan los azules.
Llegando tarde a las sesiones de la Asamblea, haciendo Tik Toks, convirtiendo la Asamblea en un boliche de karaoke, demostrando su admiración por ministros mediocres, codeándose con los colectivos de izquierda y formando parte de la agenda progresista, no van a cambiar nada. Así no. Ellos no.
Una nueva oposición va a surgir tarde o temprano en nuestro país. Pero lastimosamente por ahora, no hay nadie en la otra vereda…
Baby Ruth
Santa Cruz (1983), periodista comprometida con la lucha contra la Agenda Progresista.