Fizuras. – ¿Cómo ves el escenario global desde Alemania?
Moira Zuazo. – Un primer tema que nos agobia y que a veces perdemos de vista, con todo lo contradictorio que puede ser este planteamiento, es la crisis multidimensional que estamos viviendo en el mundo. Una crisis multidimensional que en varias partes del mundo la vivimos con diferente intensidad y posibilidades para enfrentarla. Para mencionar dos puntas de iceberg; la crisis climática y la crisis desatada a partir de la guerra en Ucrania, que se manifiesta en crisis alimentaria. Se empieza a ver un panorama difícil.
F. – En Ciencias Políticas se dice que la democracia depende de la calidad de los partidos políticos ¿Cómo ves a los partidos políticos bolivianos? y ¿cómo influyen en la democracia boliviana?
M. Z. – Es un tema clave y al mismo tiempo es difícil posicionarse en un enfoque integral que nos permita entender. En el tema partidos políticos, pero fundamentalmente en la relación entre partidos políticos y democracia vemos que en el corazón de la democracia están los partidos políticos. No es posible pensar en democracia sin partidos políticos. Lo siguiente es definir el sistema de partidos, por lo tanto, hay que establecer que el sistema de partidos no es la suma de los partidos políticos. No es partido #1, más partido #2, más partido #3, etc. El sistema de partidos es el conjunto y la calidad de las interacciones entre los partidos políticos. Entonces los partidos políticos están en el corazón de la democracia y la democracia depende de cómo está configurado el sistema de partidos.
Lo que verdaderamente tenemos que mirar con lupa es cómo se interrelacionan los partidos entre sí y cómo se mueve está relación y retroalimentación, de ida y vuelta, en el tiempo. ¿Esa relación sigue siendo la misma?, ¿ha cambiado?, ¿en qué sentido ha cambiado? Ahí encontramos las claves para entender cómo está cambiando la democracia. Cuando partimos de la idea del sistema de partidos como el conjunto de interacciones entre las unidades partidistas, tenemos que observar cómo son esas interrelaciones en un panorama más grande, como en el campo político boliviano, pero siempre con una mirada arqueológica. Preguntarnos ¿cómo es el campo político boliviano?, ¿por qué es cómo es?, ¿de dónde viene?, ¿históricamente cuáles son las raíces de lo que vemos en la superficie? Eso nos lleva a pensar en los partidos políticos, en el conjunto de interacciones y la calidad de las interacciones entre las unidades partidistas; partidos de oposición y el oficialismo.
Haciendo una mirada arqueológica del campo político boliviano vemos que hay dos clivajes, dos rupturas fundamentales que definen a la política; ¿desde dónde hacemos política?, ¿qué temas se politizan y cuáles no? El primer clivaje, que tiene su raíz 500 años atrás, es el clivaje colonial, y el segundo es el clivaje de la democracia que tiene más o menos 40 años, desde el proceso 79-82 en el que recuperamos la democracia en Bolivia. Estos clivajes acotan cómo se mueve y qué temas se politizan, definen cuáles son los márgenes de la sociedad boliviana. Son clivajes que tienen profundidad distinta pero que interactúan.
El partido hegemónico con presencia nacional, el oficialismo, Movimiento Al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS – IPSP) cuando emerge enlaza con este clivaje colonial, con la herencia post colonial crítica a la discriminación. Al observar al MAS – IPSP, desde una perspectiva de conjunto social, vemos que establece una dinámica muy clara de abajo hacia arriba, es decir desde la sociedad, las organizaciones sociales fundamentalmente del área rural, los sindicatos, las trillizas; los sindicatos de campesinos, las Bartolinas y los Interculturales. En el núcleo está esa construcción de abajo hacia arriba producto de la politización del clivaje colonial. Una ruptura social muy potente de la que emerge el segundo partido con raíces de la sociedad boliviana qué es el MAS. Esta emergencia como partido nace desde la posibilidad de politización en los espacios territoriales, sería impensable sin la democracia, entonces estamos ante el clivaje democrático. Es decir, sin los 40 años de construcción de democracia, a partir de fines del 79 al 82 con el primer gobierno de la UDP, el MAS es impensable. Quizás habría otra cosa, pero el partido político con capacidad de competir en elecciones con diferentes fuerzas, así como lo conocemos al MAS-IPSP, es hijo de la democracia. La matriz que permite la emergencia del MAS es la descentralización municipal, las circunscripciones uninominales y el parlamento, que tenía entre sus principales logros haber permitido establecer una representación como espejo. Los representantes políticos por la vía del MAS, aunque no solamente, reflejan la composición social de la sociedad boliviana.
Cuando estudiamos el sistema de partidos no todos los partidos cuentan, pero hay que saber contar. En el resultado de las elecciones de octubre de 2020 observamos que hay un partido nacional, entre mayoritario y hegemónico, que es el MAS con el 55% de la votación. Seguido por Comunidad Ciudadana con el 28%, algo más de 20% de diferencia, que no logra ser de alcance nacional y tiene una presencia fundamentalmente en los espacios urbanos y mucho más débil en el área rural por la falta de un enraizamiento territorial. Y la tercera fuerza es Creemos, la agrupación de Luis Fernando Camacho obtuvo el 14% de los votos, la mitad de los votos que Comunidad Ciudadana. Creemos es un partido con fuerte arraigo territorial en el espacio departamental Santa Cruz. Además, es interesante pensar cómo es la interacción entre estas fuerzas, asemejando la interacción entre un Goliat y un David.
Estamos viendo cómo se han configurado esos 40 años de democracia. Lo que ocurrió en la década del 90 con la municipalización, pero también con la elección de gobernadores, es que la democracia boliviana se ha enraizado en el territorio, se han democratizado estos espacios y de pronto son espacios fundamentales para la construcción del partido. Cuando observamos las elecciones municipales y departamentales del 2021, la gran pregunta para las fuerzas políticas es enraizar territorialmente. El que no tiene raíz en el territorio no tiene cancha, no tiene espacios, tiene grandes dificultades. Lo cual muestra que a nivel nacional el partido que nace de la democratización de la democracia, que nace en el territorio, es el MAS. La diferencia entre el MAS y un partido territorialmente fuerte pero muy pequeño en las ligas nacionales muestra una asimetría, que se refleja en el conjunto del sistema. Esta asimetría de las fuerzas va en fuerte detrimento de toda la oposición.
Lo que vemos en el debate político es cómo se está decantado la problemática política al interior del MAS. Es un partido regional hegemónico que está con grandes dificultades para mantener su unidad. Los diferentes líderes políticos saben que la pregunta fundamental es la unidad del partido, que es la fuerza del partido. La dificultad para mantener la unidad del partido tiene que ver con las dificultades dentro del MAS para gestionar democráticamente la competencia política. Esta falta de democracia interna del MAS no es algo que le compete al MAS solamente, les compete a todos los bolivianos porque mientras no logran competir democráticamente, la democracia boliviana no tiene perspectivas. Le afecta a la oposición que las formas de articulación dentro del MAS sean autoritarias, ya que el conjunto del espacio social y político se tiñe de estas formas autoritarias, que no son amigables para la vida política.
Hay un lugar común en la Ciencia Política que es el planteamiento de que la única escuela de la democracia es la propia democracia. ¿Dónde se aprende a ser demócrata? En democracia. Esto nos retrotrae otra vez a los famosos 40 años de democracia boliviana, en el que ha habido enormes logros siendo el más interesante la democratización de la democracia, de la cual es producto el MAS. Y hoy está ante la disyuntiva del matricidio. Sin embargo, tengo la expectativa y la esperanza de que hay miradas al interior del partido que apuntan a que la pervivencia del MAS, como partido democrático, es inescindible de una posibilidad de acceso democrático a la política. Especialmente para los sectores más desfavorecidos, para los sectores más desplazados, precisamente para los sectores de qué son la cuna del MAS. Las dificultades que están enfrentando las organizaciones y pueblos indígenas, que siendo fundadores del MAS y las bases de una narrativa potente con capacidad de convocatoria global como los derechos de los pueblos indígenas y los derechos de la madre tierra con la idea del vivir bien, van a ser los más vulnerables en este proceso de autoritarismo interno que estamos observando en la última época.
F.- Has estudiado al MAS desde su creación ¿cómo evalúas esas ideas claves que estuvieron en el inicio con relación a la coyuntura actual?
M. Z. – Lo que es interesante de observar en el MAS es que las ideas con las que nace son ideas con una enorme capacidad de convocatoria, son ideas nuevas que se han posicionado y algunas están en la Constitución Política del Estado de Bolivia (CPEB). Estas ideas vienen de la trayectoria indígena; por ejemplo, la idea de la Pachamama, de la madre tierra con derechos, como un ente con derechos, está poniendo en el centro del debate la relación ser humano – naturaleza. Repensar esta relación y encarar de un nuevo modo de articulación, lo cual tiene que ver con este debate global, con estos dos desafíos globales de los que estamos hablando. El planeta está viviendo una crisis climática y efectivamente en los diferentes lugares hay una pregunta: ¿cómo debemos replantear el tipo de relación que tiene el ser humano con la naturaleza? Ahí está la narrativa potente de los pueblos indígenas, la idea de la Pachamama.
Los pueblos indígenas de tierras bajas, en algún momento les hice varias entrevistas, decían “el bosque es como nuestra abuela porque nos da alimentos, pero también nos da medicinas”. Estas ideas son absolutamente potentes, pero están en contradicción con un modelo económico extractivista. Porque obviamente la Pachamama está inscrita en la CPEB, pero vemos la entrada a parques nacionales para la explotación de oro o la posición de represas, que no tienen nada que ver con este potente discurso anclado en la constitución, y claro, estas ideas resuenan dentro del MAS.
F.- En el 2019 hubo una confrontación entre el MAS y ciertos grupos de oposición, estos últimos no se sostuvieron en los partidos políticos sino por una convocatoria de ciudadanos y/o comités cívicos. Después, con la renuncia de Evo Morales ciertos grupos empezaron a desligarse del MAS ¿Es un indicio de que el sistema político está cambiando?
M. Z. – Cuando pensamos en Bolivia, una de sus principales características es su potente sociedad. Esta idea de sociedad rebelde y levantisca. Puede haber muchas intenciones y proyectos que vayan de arriba hacia abajo, pero valen muy poco porque la sociedad boliviana trae esta memoria de la resistencia y autonomía. Eso lo vemos en diferentes momentos y espacios de levantamiento y rebeldía, que nos muestran un acotamiento del poder desde abajo. Tengo la impresión de que muchas veces desde el poder, ahora la mirada es desde arriba, hay una tendencia, y no solamente en Bolivia, a olvidar cuáles son los orígenes y cómo se construye el poder. También, desde el poder, se tiende a olvidar que la sociedad está observando y está sacando conclusiones.
Respecto a la emergencia de nuevos partidos desde abajo, la respuesta es sí y no. Sí, porque hay un proceso de politización. Estos jóvenes que salen a la protesta se ponen a pensar en la sociedad en la que queremos vivir, cómo queremos organizar este estado, y cuál tiene que ser la interrelación entre estado y sociedad. Pero no, porque la emergencia de partidos políticos, y es esto es casi trágico, necesita un ámbito amigable para la participación política. ¿Qué significa un ámbito amigable a la participación política? Me acuerdo de la década del 80, cuando habíamos salido recién de la universidad, si tú querías como politólogo jovencito hacer carrera y moverte en el ámbito, obviamente lo mejor que podías hacer era plantear tu opinión en medios escritos, en espacios y en debate, eso ha cambiado en Bolivia.
Con mucha tristeza he visto a muchos jóvenes y gente que ha pasado por mis aulas, por ejemplo, en ciencia política. Tú sabes que hay una cabeza pensando delante de ti, pero simplemente no expresa sus ideas por miedo. La cabeza pensante, la mayor parte de las veces, es crítica porque establece una opinión propia. Si esto es penalizado, se está silenciando al conjunto social y es en este espacio donde se construye partido. Por eso decía; ojalá esta batalla por un espacio democrático para la interrelación dentro del MAS sea una batalla en la que los demócratas tengan éxito. Porque eso cuenta para el conjunto de la sociedad boliviana. En la medida en que hay mecanismos autoritarios y ven que tienes una opinión inteligente, pero que no es lo que quieren escuchar, no vas a recibir una consultoría o no vas a ser invitado para ser partícipe de un cargo público, entonces estamos mal.
Espero que esta batalla por un espacio democrático, para la interrelación dentro del MAS, sea una batalla en la que los demócratas tengan éxito.
Moira Zuazo
Por lo tanto, la democracia es la única escuela de la democracia, es decir la democracia premia a sus hijos que se comprometen políticamente con un manejo níveo, por ejemplo, en el manejo del aparato público, y en una interrelación abierta con intercambio de ideas y de posiciones. En ese sentido no es tanto una pregunta de voluntad; si la gente quiere o no quiere, sino dónde están los incentivos. Tengo la impresión de que los incentivos buscan que los jóvenes se callen, no piensen y sigan consignas. Por lo tanto, el camino es en ruta contraria.
F.- La llegada de la democracia en 1982, en parte, fue consecuencia de que la tradición nacional popular, es decir el conjunto de la población, estuvo de acuerdo con esos principios democráticos ¿es posible que el estado liberal y republicano vuelva a ser parte de esa tradición?
M. Z. – Lo primero que uno tiene que observar es que la historia no retrocede. El estado republicano, en la forma que tenía, es parte del pasado. Tal vez, lo que está en cuestión es hasta qué punto Bolivia va a ser capaz de construir un estado plurinacional democrático. El estado plurinacional con autonomías democrático tiene grandes resonancias de lo que fue el estado nacional revolucionario con la revolución del 52. Tenía dos pilares clave, por una parte, la construcción de nación y, por otra, la legitimidad de la violencia para arrancar derechos y para establecer el derecho a la participación. Especialmente en el campo económico hay resonancias, pero me da la impresión de que son ecos del pasado, que están ahí pero no están ganando mucho cuerpo.
Hay que recuperar esta mirada más global. Lo que está pasando en China es muy interesante. Hasta hace muy poco veíamos un modelo exitoso fundamentalmente en lo económico. Exitoso porque veíamos un modelo apoyado fuertemente por el conjunto social, y si lo observas desde una perspectiva política es un modelo profundamente autoritario, hasta el extremo de la vigilancia individual de cada una de las personas de China. Tampoco estás en la posibilidad de decir ciudadanía, porque la idea de ciudadanía es una idea de individuo con derechos, de mujer u hombre con derechos. Después de la última crisis, lo que se observa en China es cómo se está cocinando un desconcierto y malestar, que es nuevo. Este malestar se ve claramente en los hijos de clase media china. Por el grado de éxito económico que tuvo el estado y la sociedad china estamos hablando de otro nivel de clase media.
El gobierno de Xi Jinping está siguiendo la política de cero casos COVID, lo cual ha llevado a un manejo abiertamente autoritario. En el sentido en que aparecen estos funcionarios del estado y no tienes el derecho a decir que quieres quedarte en casa para hacer la cuarentena. No preguntan, simplemente vas a ser transportado al lugar definido para hacer la cuarentena. Entonces es interesante ver cómo los hijos de esta clase media china empiezan a pensar y hasta darse cuenta de que viven en una sociedad sin derechos. Eso está planteando, pensando globalmente, una bipolaridad: democracia (ciudadanía con derechos) vs autoritarismo (donde el individuo no cuenta). El darse cuenta de que vives en una sociedad sin derechos se está poniendo en el centro del debate, y obviamente nosotros no estamos al margen.
En este sentido, es interesante el último debate que está planteándose en Bolivia sobre la matanza de estos policías en Porongo, Santa Cruz. Desde esta perspectiva sociológica y política estamos presenciando la indefensión de la institución del orden, la policía es la institución que garantiza el orden en una sociedad y nos muestra una absoluta indefensión frente a otros poderes factuales. Entonces te preguntas qué derecho tengo como ciudadano si la policía no ha podido garantizar su derecho a la vida.
F.- ¿Cuáles son los desafíos que Bolivia tiene por delante?
M. Z. – Un enorme desafío está en el MAS. El futuro de la democracia boliviana está en manos de los militantes y los miembros MAS. Ahí se está jugando la posibilidad de democracia en Bolivia. Cuando nosotros miramos la composición demográfica actual de Bolivia vemos dos tercios urbanos y un tercio rural. Es una sociedad en transición, y eso muestra que el otro ámbito que llama a tener optimismo son los espacios urbanos, donde los jóvenes han vivido un proceso de politización importante en los últimos años. La esperanza está en que esa politización no se hace como una sunchuluminaria[1], que por bronca la cosa explota, la gente se mueve y va a la calle.
Para finalizar, a pesar de la adversidad hay que seguir conversando sobre estos temas, hay que fortalecer el espacio público, qué está mal traído. Hay una diferencia enorme entre la calidad del espacio público en Bolivia en la década del 80 y 90, y lo que vemos hoy. Cuando buscas un espacio de debate público más o menos interesante y fuerte – con muy contadas excepciones- casi no hay. Obviamente esas son decisiones, no es que no haya gente capaz, por supuesto que no, pero son decisiones políticas.
Moira Zuazo
Doctora en Ciencias Sociales e Investigadora Asociada a la Universidad Libre de Berlín
Alemania
[1] Es decir, es muy emotivo en un momento, pero después se pierde.
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