Fizuras.- Con tu amplia experiencia en política ¿Qué nos podrías decir acerca del contexto político actual de Bolivia en el que hay varios conflictos manifiestos y latentes? ¿Crees que estamos en un punto de inflexión?
Manuel Suárez.– Lo que voy a comentar se basa en lo que yo hago profesionalmente desde hace muchos años, que son encuestas. Primero, lo que revelan los estudios recientes es que; ese cambio que se dio en el 2005, que era la sustitución del viejo sistema de partidos y el advenimiento de uno nuevo, además la recuperación de la cultura nacional popular como eje de la vida política, esas tendencias están vigentes. Sin embargo, dentro de ese gran imaginario nacional popular, que implica al tipo de participación y acción política tanto de oposición como del MAS, hay algunos cambios recientes. Estos tienen que ver, a partir del 2019, con el alejamiento del presidente Morales de la Presidencia, también con la pandemia y con la aparición de nuevos líderes como el Presidente Arce.
Entonces hay cosas permanentes desde el 2005 hasta ahora, pero seguimos en el código nacional popular. Los bolivianos, los partidos políticos, y los actores para responder y explicar la realidad siguen utilizando el gran código o gran consenso nacional popular. La necesidad de que el Estado articule la sociedad, la necesidad de que lo articule desde unos valores que son el nacionalismo, la solidaridad, el estatismo, etc. Todo esto sigue vigente. Esto no se inventa en 2005, se inventa en la Guerra del Chaco y se consolida en la revolución del 52. Lo que se hace en 2005 es volver a poner en valor la tradición nacional popular que estaba opacada. Esa tradición nacional popular está vigente. El gobierno del MAS es el actor más importante de la tradición nacional popular actual, y está gobernando.
Los estudios muestran que esa tradición está viva, pero no solamente desde el punto de vista del MAS. También impregna a la política cruceña. Puedes ser opositor al MAS, pero eres parte del consenso nacional popular. Ves la vida pública y la política desde lo nacional popular. El Comité Cívico es un producto, creado en los años 50, de la tradición nacional popular. Los obreros en el MNR, en los años 50, crean un instrumento para los obreros, como la Central Obrera Boliviana; crean un instrumento para los campesinos; el instrumento sindical para los ferroviarios no lo crean, pero lo terminan de articular; y los cruceños, para defender sus intereses, crean un instrumento similar, que es el Comité Cívico. Es la sindicalización de los intereses corporativos de Santa Cruz. En ese escenario, el Comité Cívico es la matriz de la política cruceña. Los líderes cruceños y los proyectos políticos cruceños vienen de esa matriz nacional popular.
A pesar de los cambios, está vigente. Se han ido el presidente Evo Morales, el gobernador Costas, el alcalde Percy Fernández. Pero la matriz, la manera de concebir la vida, incluso la manera de movilizarse políticamente, aún está vigente. No hay una fisura que signifique la ruptura con esa gran tradición. Eso se ve no solo en los resultados electorales y en las actitudes diarias, en la política, sino se ve claramente en las encuestas, en los valores de la gente, y las actitudes de la gente hacia los líderes.
F.- Señalas que el MAS y el movimiento cívico cruceño están configurados por la tradición nacional popular ¿Cómo ha transformado a estas instituciones y organismos políticos?
M. S. A.- A veces la gente piensa que la tradición nacional popular es una especie de ideología volando en el aire. No, no es así. Lo pueden entender bien con la siguiente comparación. En Europa, en ese gran periodo histórico posterior a la Segunda Guerra Mundial hay un consenso general sobre la vida pública y la política. Se llama el consenso social democrático. Es decir, en España puedes ser del Partido Popular, de Vox, del Partido Socialista o de Podemos. Pero queda claro que el consenso socialdemócrata es lo que va a regir la enorme masa de las políticas públicas y conductas públicas. Ellos hacen un consenso sobre lo social demócrata.
Es decir, ellos creen en la democracia, defienden la democracia liberal, el Estado de Derecho, pero además defienden e impulsan el Estado de Bienestar. Es el consenso socialdemócrata que se instaló en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Curiosamente, lo instalan los gringos, ganadores de la guerra. En Bolivia instalamos un consenso parecido en la revolución del 52, se llama la tradición nacional popular. Esa tradición no impulsa la democracia liberal. Yo soy miembro del MNR, sé que mi partido nunca fue en su raíz un partido demócrata liberal. El MAS tampoco lo es y el Comité Cívico tampoco. Venimos de esa tradición. Ahora, en el año 82, esa generación introdujo al consenso nacional popular el elemento de la democracia liberal y la democracia republicana. Curiosamente la trajo el doctor Siles como protagonista y el doctor Paz y luego el general Banzer, que hace un pacto con el presidente Paz Zamora.
Se consolida el hecho de que la tradición nacional popular ahora va a convivir con la democracia. Entonces, a partir de ahí, ese consenso incluye a la democracia republicana y liberal. La pregunta es si se mantiene la democracia liberal en la tradición nacional popular. Gran parte de la oposición boliviana lo cuestiona y dice que el MAS no ha podido mantener los valores y las instituciones relativas a la democracia republicana. Por ejemplo, la independencia judicial o la prolongación del mandato. Y desde luego el MAS responde; en el año del gobierno transitorio, tampoco pudieron mantener la tradición democrática, republicana y liberal. En los actores hay una especie de duda y cuestionamiento, siempre en el marco del consenso nacional popular, sobre el sistema político.
También pongámonos de acuerdo que esas dudas no han llegado nunca, ni en 2002, ni en el último período de Evo, tampoco después de la salida de Evo, a romper la institucionalidad democrática y liberal. Todos los grandes problemas políticos, que nos han llevado al borde del abismo de la violencia y la guerra, han sido resueltos en el escenario de la democracia liberal. Por ejemplo, mediante el Parlamento o el voto. Hay dudas sobre el sistema político, democrático y liberal para manejar ese consenso nacional popular. Sin embargo, a pesar de esas dudas, la realidad muestra que la democracia con sus temas, con sus luces y sombras ha funcionado y probablemente va a seguir funcionando.
F.- Existe una constante correlación de fuerzas entre el MAS y los partidos opositores ¿Por qué sucede esto?
M. S.- El MAS no es un partido en estricto sentido. Lo que pasa es que compite electoralmente como un partido y con mucha eficiencia. El MAS es un movimiento. Más que referirnos a la correlación de fuerzas entre dos partidos, fuerzas o bloques partidarios, creo que hay una correlación de fuerzas entre una visión en la vida pública del país muy signada por el nacionalismo, dentro de la tradición nacional popular, que son las fuerzas relativas al MAS. Es una tradiciónsindical muy afincada en occidente. Y otra versión de lo nacional popular que es lo cruceño. No tanto como identidades de ser o no camba, sino como visión del mundo, del desarrollo de la economía, y del poder. Entre esos dos bloques, el bloque nacionalista propio de lo nacional popular y el bloque cruceño, también propio de lo nacional popular, hay una especie de equilibrio.
La razón de fondo es que Santa Cruz se ha convertido en los últimos sesenta años, pero en particular los últimos treinta años, en una potencia en todo sentido; económica, poblacional y, sobre todo, en un modo alternativo de mirar lo público, siempre dentro de la tradición nacional popular. Esto consiste en la superación de esa identidad de corte estrictamente nacionalista o etnicista, como es la identidad que reivindica el MAS. Y la apuesta por una sociedad mucho más abierta, ligada a los valores del mercado, a la agroindustria, y a lo cosmopolita.
Es evidente que es una sociedad cosmopolita. A Santa Cruz viene gente de todo sitio, de todo el país, y de todo el mundo. Sigue siendo parte de la tradición nacional popular y con un modelo económico desarrollista de sus ciudadanos. Pero ese desarrollismo está matizado con una modernidad exitosa en términos económicos y que ha cambiado a la sociedad. Esto aún no logra asimilar el sistema nacional con el MAS y lo nacional popular. Aún funciona el MAS con los códigos del viejo nacionalismo que fundó mi partido. Nosotros decíamos que lo importante es la identidad étnica, y por eso vamos a hacer una combinación de las identidades étnicas, que se llama lo mestizo. La llamada alianza de clases es del MNR y la Revolución del 52.
El MAS señala que funciona la identidad étnica, pero en vez de hacer una alianza que podría diluir la identidad indígena originaria busca resaltarlas. Pero el principio de legitimidad en ambos casos, en la Revolución del 52 y el MAS, es el principio de la identidad étnica. El principio de la identidad de Santa Cruz es distinto. El cruceño te va a decir; «Sí soy cruceño, pero mira mi oficio es sembrar, vender, y comerciar», cosas propias de una sociedad cosmopolita y moderna. Es decir, no va a renunciar a su identidad étnica, ni a su identidad cultural, pero eso no determina su modo de entender la vida, que es el capitalismo contemporáneo y popular. Como lo es en El Alto, yo he hecho muchos estudios ahí. En El Alto la gente se reconoce con una identidad, pero a la hora de determinar su conducta privada y pública la gente está en otra cosa.
Esa contradicción entre el modo masista y nacionalista de ver el país y la realidad, muy parecido al del MNR, y el modo cruceño crea un equilibrio de fuerzas. También creo que a futuro se desdibujará la radicalidad de estas identidades. La gente dirá; «Sí, soy Aymara, pero a ver si avanzamos un poquito más, hay otros temas que me preocupan como la salud, la educación de mi hijo y otros». Hay una nueva generación en El Alto, comprobado en las encuestas, que está en eso. No renuncia a su identidad, pero tiene otros temas en la agenda. Y en lo cruceño también: «Sí, soy cruceño, pero haremos otras cosas, como buscar oportunidades y el éxito económico».
Existe ese equilibrio, pero creo que los impulsos emotivos, que son las identidades, van a ser más débiles, y la realidad de la gente, sus perspectivas y sus ilusiones terminarán imponiéndose a la política. En la nueva generación de jóvenes de dieciocho a veinticinco años, en todo el país, ya hay un enfriamiento de esta épica identitaria. Esto sigue presentando un escenario de dos visiones equilibradas, lo importante es que a ninguna de las dos visiones, ni la visión del MAS ni la visión de Santa Cruz, se les ocurriría plantear que esto se resuelva con una guerra civil o con violencia. Por lo tanto, hay una diferencia y una profundidad épica, a veces exagerada, pero esto no es igual a los conflictos étnicos europeos, ni a los conflictos africanos.
F.- Mencionas que existen bloques, pero en ningún momento te has referido a los partidos de oposición ¿existe la oposición?
M. S.- La articulación orgánica política partidaria de la oposición es muy frágil y débil. Creo que los actores políticos opositores lo deben reconocer. Sin embargo, sí existe un mercado disponible de votos para gente que piensa como la oposición, que es parte del consenso nacional popular y que rechazan la manera en que el MAS plantea ese consenso. Existe un mercado enorme de alrededor del 43% de los bolivianos están listos para abordar algo distinto al MAS. Esto es como cuando uno quiere un negocio en Cochabamba para vender salteñas, y el consultor te da ese dato. Ya tienes más de la mitad del camino. Otra cosa si vas a organizar bien tu empresa o partido, qué vas a hacer en el discurso, qué vas a hacer en el diario vivir, etc. Hay una disponibilidad enorme de votos para la oposición.
F.- En los conflictos de 2019 hubo dos corrientes contrapuestas. El bloque opositor se ha movilizado saliendo a las calles, pero en ningún momento se ha cristalizado en un partido u organización fuerte. En España, un movimiento similar como el 15-M generó a Podemos ¿Cuál es tu visión como consultor?
M. S.- Construir un partido es muy difícil. Podemos de alguna manera terminó siendo un fracaso. Fue un gran movimiento de calle y un partido frágil, y estoy seguro de que hay una disponibilidad de votos en España, de los llamados indignados, pero que ya no ven al instrumento. Un poco así pasa con lo cruceño. Los mismos votos que se llevó Costas, con el partido Demócratas, son los votos que ahora se lleva Camacho con Creemos. Es decir, casi da igual la sigla. El tema de fondo es que en Santa Cruz hay una disponibilidad aproximada del 60% de los votos listos para abordar un proyecto que represente esos valores. Los valores de la Santa Cruz son distintos a la Bolivia del MAS, como ellos mismos lo declaran, más emprendedora, con una visión más cosmopolita, menos ligada al nacionalismo, a la tradición estatista, etc. Entonces hay una disponibilidad muy fuerte de votos.
No sé, si a pesar de ese movimiento muy fuerte, en algún momento se va a generar un partido. Me sorprendió la rapidez con la que se diluyó el partido de Costas. Me sorprendió la rapidez con la que se diluyó el partido de Percy Fernández, que era una potencia movilizándose en barrios y vecindarios durante su mandato. También me sorprendió la pocacapacidad de Creemos para articularse orgánicamente. Quiere decir que estos son buenos, son malos o más eficientes. No, esto quiere decir que, por lo pronto, es un movimiento, es un sentimiento, y es una sensación más que una organización.
En el MAS no es que hubiera pasado exactamente lo mismo. El MAS tiene un carácter orgánico más potente, sindical, etc. Pero con los liderazgos, me ha sorprendido la rapidez con la cual el Presidente Arce se ha convertido en un líder. La apuesta de todos los politólogos era que al tratarse de un partido caudillista este iba a desaparecer si el Presidente Evo Morales no estaba en el primer plano. No ha sido así, ya que independientemente al caudillo, al presidente o líder, y en Santa Cruz, independientemente a la organización, existen dos bloques. El 40% de gente que no quiere saber del modelo nacionalista, sobre todo en Santa Cruz, y el 60% de la gente quiere votar y hacer la vida pública en función a los medios de lo nacional popular. Entonces lo partidario es frágil, pero existen dos bloques.
La enorme mayoría de las instituciones en Bolivia son frágiles. La selección de fútbol es frágil, la justicia es frágil. Entonces sería muy raro que los partidos sean la excepción. Son instituciones frágiles y están sometidas a fuerzas subjetivas. No son instituciones fundadas en la ley o en la norma. Son instituciones fundadas aún en sectores, en personas, en intereses particulares. Son frágiles, pero eso no quita que haya dos grandes bolsones de votos a cada lado.Por eso son relaciones equilibradas.
F.- ¿Se podrá generar un partido fuerte de oposición u oficialismo, autónomo, lejos de los liderazgos, por ejemplo, a partir de una organización territorial o necesariamente necesita un liderazgo?
M. S.- El último partido en crearse en Bolivia y que relativamente sobrevive, porque sobrevive en Santa Cruz, es UCS. Los demás son partidos históricos o movimientos. El MAS es un movimiento, ellos le llaman un instrumento para vincular el movimiento, como una gran alianza. UCS fue el último que se creó, en los años 90. Y toda la tanda de partidos que se crearon después no han logrado sobrevivir más allá del ejercicio de mando; Podemos, NFR, incluso Condepa se diluyó, etc. Es muy difícil un partido en cualquier sitio del mundo, como el fracaso de Podemos (España). Lo que sí hay son proyectos electorales. Quizás le pedimos demasiado a los políticos para que formen partidos. Si fueran totalmente honestos dirían que solo vamos a tener proyectos electorales. Por ejemplo, Perú es un país de proyectos electorales en el que prácticamente no hay partidos.
F.- Hay una corriente de opinión entre los politólogos y la sociedad de que el MAS sigue el camino del MNR, es decir tiende a crear escisiones ¿Cómo ves esta situación?
M. S.- Por primera vez en la historia del MAS, mirando las encuestas, hay dos liderazgos que podrían atraer voto masivo por su cuenta. El MAS del expresidente Morales ya sufrió dos divisiones; una con Román Loayza, que se llevó el 3% de los votos y otra con Félix Patzi, que se llevó el 1%. Las encuestas muestran que tanto el Presidente Arce como el expresidente Morales podrían llevarse votos de manera masiva y podrían competir casi en igualdad de condiciones por el voto que genera el MAS. Materialmente, desde el punto de vista de los electores, es posible una escisión en el MAS. Sin embargo, si yo soy estratega del MAS y llega esa encuesta, se dirá que si se presenta el ex presidente Evo Morales se llevará un treinta y tantos por ciento, y si se presenta el Presidente Arce a la vez se llevará un veintitantospor ciento. Si estoy en esa mesa de estrategas diría que hay que unificarse porque ahora sí que es peligroso.
Como decías el MAS puede llevar el camino del MNR. Cuando a mí me dicen en la oposición: “¡alegría, alegría! porque ahora el MAS se está dividiendo”. Digo: “no estoy seguro”, porque si el MAS tiene esté dato, obviamente son personas racionales que les gusta el poder porque se está en política profesional, la lectura que van a hacer es unidad. Porque le está mostrando una cosa objetiva ya que la escisión los va a llevar a la derrota y romper el voto del MAS. Entonces no sé si se van a dividir, pero por primera vez hay condiciones objetivas para que esa división se pudiera generar.
También hay que tomar en cuenta el control del aparato partidista, por la enorme importancia que tiene. Quién controla el partido legalmente es el expresidente Morales. Por tanto, la unidad o no unidad va a depender de una decisión legal. El último día en el que se llevan las listas a la corte o se encarga a alguien es un acto jurídico que define la unidad o no unidad, y esto depende del expresidente Morales. No veo tan fácil que se de esa división, pueden tener diferencias de ideas, pero si crees que esa realidad te va a llevar a la derrota se acaba la diferencia.
F.- El escenario que planteas muestra la nula existencia de partidos de oposición y un partido hegemónico como el MAS.
M. S.- Al final de todo, no hay ninguna perspectiva de ruptura de la democracia, ni hay una perspectiva de violencia estructural en Bolivia. A pesar de que al sistema de partidos le puedes seguir echando en cara mil cosas: que son frágiles, que no son democráticos por dentro, que el MAS se puede dividir, etc. Si la pregunta es si hay riesgo de violencia en Bolivia la respuesta es no. Nos vamos a pelear por los empleos, por la división del MAS o porque Creemos no se hizo partido, todo esto son minucias. Lo grande es que la paz social y el entendimiento entre bolivianos está asegurado.
Manuel Suárez Ávila
Consultor político y Doctor en Ciencias Políticas. Fue viceministro de RR. EE. y diputado
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