“¿En qué momento se había jodido el Perú?”, se pregunta Santiago Zavala en el archicitado inicio de Conversación en La Catedral (1969), novela de Mario Vargas Llosa que acaba de cumplir 53 años de su publicación y que desató una serie de provocaciones políticas y literarias en América latina. La pregunta ha sido parafraseada en múltiples contextos y situaciones históricas. Leí la novela el año 1976, cuando estudiaba en la UMSA de la ciudad de La Paz y el hecho de que las conversaciones de la obra se dieran en un bar y hablaran de la dictadura de Manuel Odría y sus esbirros, nos recordaba a la que sufríamos con la dictadura de Banzer y, en cantinas malolientes, discutíamos los mismos temas políticos de Santiago, además de padecer la misma represión que Odría imponía en Perú con verdugos como Cayo Bermúdez.
En el prólogo de esa novela Vargas Llosa señala: “Entre 1948 y 1956 gobernó el Perú una dictadura militar encabezada por el general Manuel Odría. En esos ocho años, en una sociedad embotellada, en la que estaban prohibidos los partidos y las actividades cívicas, la prensa censurada, había numerosos presos políticos y centenares de exiliados, los peruanos de mi generación pasamos de niños a jóvenes, y de jóvenes a hombres. Todavía peor que los crímenes y atropellos que el régimen cometía con impunidad era la profunda corrupción que, desde el centro del poder, irradiaba hacia todos los sectores e instituciones, envileciendo la vida entera”. En Bolivia, el año 1994 la realidad aventajó a la ficción cuando Óscar Eid y otros dirigentes del MIR, fueron acusados de recibir dineros del narcotráfico a partir de una fotografía con un reconocido narcotraficante; Eid pronunció su tristemente célebre frase: “¿Jodidos?, jodidos estamos todos” que lo enterró políticamente y me trajo a la mente la de Zavalita con respecto a su país. Si hoy nos miramos en el espejo podemos repetir la ya inmortal pregunta de Zavalita y la patética respuesta de Eid, con la diferencia de que si antes una fotografía con un narco servía como prueba para incriminar a un político, ahora es apenas una anécdota y por eso estamos tanto o más jodidos que antes, ¿lo estaremos siempre? Quizá Zavalita tenga la respuesta y habría que releer la novela para encontrarla.
¿En qué momento se jodió Bolivia? Creo que inmediatamente después de los 21 días, sencillamente porque la oposición no supo interpretar la realidad, traicionaron la lucha en las calles, que fue una verdadera rebelión ciudadana, y pensaron que el país era de su exclusividad y podían hacer con él lo que les diera la gana. Es decir, perdieron la mejor oportunidad que les dio el pueblo boliviano para devolverle el país el camino del respeto de los derechos humanos, la institucionalidad perdida, la independencia de los poderes públicos, volver a vivir en un Estado de Derecho en el que gobernantes y gobernados respeten las leyes, en fin…, en vez de eso, en los pocos meses que estuvieron en el gobierno cometieron en exceso los mismos delitos de la tristemente célebre “democracia pactada” y también los de su Némesis, Evo Morales.
Coincido con el analista José Luis Mollinedo que señala que el primer gran error de la oposición boliviana fue creer que, con la huida de Evo, el MAS estaba liquidado, a partir de esa equivocación se desencadenaron los otros: prolongación del mandato de Añez que, al decir de Eva Copa, le permitió al MAS reorganizarse; división de candidatos opositores mientras el MAS ya reorganizado fue unido; creer que Luis Arce no tendría los votos de Evo Morales, que Carlos Mesa era un imán que atraería votos sin necesidad de hacer campaña y que Luis Fernando Camacho no restaría votos; además, por supuesto de la candidatura de Jeanine Añez y de la descarada corrupción de su efímero gobierno.
La oposición volvió a demostrar, una vez, desde el ascenso de Evo Morales el año 2006, la irremediable incapacidad política de visualizar los posibles escenarios y diseñar estrategias adecuadas. Hasta parecería que no tienen ninguna formación política y que se dejaran llevar por emociones antes que, por análisis serios de la realidad nacional, por ejemplo, así como los primeros años no reconocieron la capacidad política del Morales y el MAS, no tomaron en cuenta la capacidad movilizadora de El Alto, de los cocaleros y el poder de los símbolos en el imaginario popular.
Además de la patética oposición, estamos jodidos porque Luis Arce y David Choquehuanca gobiernan para su partido y no para el país. “Es obligación comunicarnos, obligación de dialogar, es un principio del vivir bien”, dijo David Choquehuanca en su discurso de posesión como vicepresidente del Estado plurinacional y resultó ser una frase hueca porque después se contradijo convocando, con mucha frecuencia, al enfrentamiento: entre indígenas y k’aras. Luis Arce se pasa la vida recordando a su jefe que ganó con el 55 % y se olvida de gobernar también para el 45% restante, es decir para todos, para el 100 %. Así como Bolivia necesita reencontrarse nuestro presidente necesita hacerlo consigo mismo, ser Luis Arce, el presidente que el pueblo eligió.
Jodidos estamos porque la oposición y el oficialismo no entienden que, en política, se trata de llegar a acuerdos. Los primeros porque quieren mantenerse impolutos, vírgenes y los segundos porque no les da la gana de comprender que el país también es de “los pititas”. La oposición parece no tener vocación de poder, la demostró Carlos Mesa al no entender que Luis Arce no era Evo Morales, que la estrategia electoral del “voto útil” válida para el 2019, no lo era para el 2022; ratificó su candidato a vicepresidente que no aportaba con nada en Santa Cruz, sin comprender que la coyuntura política era otra y que necesitaba un candidato o candidata, fuerte, capaz de enfrentar a Camacho, una mujer, por ejemplo, para evidenciar el machismo del candidato de Creemos.
Yo no voté por el MAS, sin embargo, reconozco que ganaron y son mi gobierno y lo reconozco porque así debe ser, porque quiero que le vaya bien a mi país
Homero Carvalho
Lo lamentable es que, así como el MAS se niega a hacer autocrítica de sus errores, la oposición tampoco la hace y si la hace parece que no aprenden de sus errores; porque de hacerlo se hubieran unido en un frente común en la asamblea, recordemos que la oposición, CC y Creemos, tienen la nada despreciable cantidad de 70 asambleístas nacionales, un número que daba para obligar al oficialismo a llegar a acuerdos. Sin embargo, la oposición, así como estuvo extraviada en las elecciones, lo mismo le sucede en las cámaras de diputados y senadores. Camacho y su “bancada digna” demostraron lo indigno que son en los primeros meses; tan confundida y vendida anda la oposición que al MAS solamente le faltan diez para llegar a los dos tercios. Pronto lo harán y nuevamente la oposición no habrá servido para nada como en las últimas décadas.
¿Candidatos para el 2025? Santa Cruz pudo haber jugado un papel decisivo en la articulación de un eje opositor político regional, pero con Camacho de líder cruceño eso es imposible, lamentablemente no mira más allá de su ombligo. En la oposición no existe, a la fecha, ningún candidato visible y tampoco lo habrá en los próximos años. Es decir, estamos jodidos. Sin embargo, todo poder político engendra su oposición y al no tenerlo afuera lo crea dentro. El MAS tiene tres a falta de uno, ahora se pelean entre ellos, pero cuando tengan que ir a las elecciones nacionales se unirán en torno al candidato elegido, cualquiera que este fuera, sencillamente, porque tienen vocación de poder y quieren reproducir el gobierno sin importar el discurso o las alianzas. Cada día que pasa, Arce intenta convencerse de que puede ser un buen candidato a la reelección, en ese sentido va lanzando algunas señales que la clase media ve con simpatía y, por supuesto, que Choquehuanca es ya candidato presidenciable, en realidad siempre lo fue. Evo Morales sabe que no tiene asegurada su candidatura porque Arce demostró que el Mas puede ganar con cualquier candidato, por eso se lo ve desesperado en conferencias de prensa haciendo las veces de investigador policial, ordenando bloqueos y ese fue el motivo de su marcha por la paz, la “pax romana”, la que él quiere.
Yo no voté por el MAS, sin embargo, reconozco que ganaron y son mi gobierno y lo reconozco porque así debe ser, porque quiero que le vaya bien a mi país, creo que todos los bolivianos nos merecemos un buen gobierno y sería muy mezquino de mi parte desear lo peor para nuestro país, sería suicida. A nosotros nos impulsa el amor y pondremos lo mejor de nosotros para lograr la reconciliación nacional.
Para cerrar este artículo no puedo dejar de mencionar a la redes sociales, porque son las protagonistas de este proceso con los famosos memes que están a la orden del día, ejércitos de guerreros digitales, de uno y otro bando, atentos a los errores y gafes del enemigo para burlarse de él; amén de las posverdades y las fake news, que cansan y hacen que nos salgamos de grupos de WhatsApp que se iniciaron como grupos de vecinos, de trabajo, de amigos, académicos, literarios…y derivaron en espacios de virulentos ataques, espacios contaminados por lo odiadores, “haters”, en los que no existe la mínima tolerancia.
Ve la Entrevista a Homero Carvalho Oliva en Fizuras
Homero Carvalho Oliva (Beni, 1957)
Escritor y poeta
Estimado Homero, este tema es bien complejo, todo comienza desde la falta de civismo, amor por la patria.
La democracia no existe, nunca existio es un invento de los politicos para poder hacer lo que quieran con el pais en nombre de la democracia
Lo que ocurrio con los 21 dias de paro fue una falsedad total.
Que una foto incrimine por narcotrafico es un invento de los EEUU que las autoridades de Bolivia la aceptaron.
Somo el resultado, y vimos el resultado de una ncapacidad y traición coectiva.
Reformularnos tardaria toda una generacion, pero el que empiese con esta tarea es hombre muerto.