Tenemos el gobierno/líder que merecemos. No se puede cambiar el sistema y tenemos que operar en él. Estas frases esconden una visión de la realidad a la que se debe prestar atención. Principalmente revelan indignación o frustración, pero al mismo tiempo son una justificación para seguir igual. Hay una resistencia natural al cambio porque conlleva tiempo y recursos, sin embargo lo más importante es que requiere una transformación del mindset (mentalidad).
Simon Sinek plantea la existencia de dos tipos de juegos: los infinitos y los finitos. Esto se refiere a la visión de los líderes sobre sus instituciones, empresas, gobiernos o sociedades. Los líderes de pensamiento finito buscan el éxito bajo parámetros temporales y arbitrarios como las cuotas de mercado o una victoria inmediata. Los líderes de mentalidad infinita plantean un futuro en el que se redefine el mercado/sociedad, marcan una diferencia o generan alternativas para gobernar.
El tipo de pensamiento automáticamente define las estrategias, tácticas, inversiones, incentivos o decisiones que se toman. Aquellos líderes finitos se enfocarán en el fin y no en el cómo se lo ha conseguido. Un gobierno que solo anhela la reelección utilizará políticas públicas que lo hagan plausible y no importara a costa de qué (como los elefantes blancos). Asimismo, si una empresa con visión finita no alcanza sus expectativas de crecimiento tiende a despedir, baja la calidad, deja de innovar y atender al consumidor.
Un líder de pensamiento infinito tiene como mayor asset (capital) el obrar por una causa mayor. Este tipo de líder pretende una mejora sustancial de su país o empresa y conoce las acciones para lograrlo; que normalmente tienen un coste para el líder y especialmente para la gente. La cuestión más determinante es que su causa moviliza y aglutina a la gente, aunque nunca se alcance el objetivo a plenitud.
Los mejores líderes nacen en contextos adversos y con retos inverosímiles, por esta razón vemos que no son las circunstancias las que moldeen el pensamiento, sino que se cultiva con base en fundamentos sólidos, desarrollados con la experiencia. Si el líder sigue firmemente sus designios será visto como desfasado, pero con el tiempo reunirá las voluntades. Entonces no se trata de moverse por impulsos financieros, faltos de ética y transparencia, sino por una visión.
Consecuencias del poder finito
El poder finito esta relacionado con un capitalismo desequilibrado o gobiernos electoralistas. Los mismos que dañan la vida de las personas, su economía y limitan sus opciones vitales. El problema es que para salir de esta situación se emplean mecanismos autodestructivos; soluciones que a corto plazo parecen positivas, pero luego infringen un agravio mayor. Al final se convierten círculos viciosos, que son más fáciles de seguir que de salir.
“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.”
Abraham Lincoln Dixit
Cuando esta situación se prolonga por bastante tiempo se provoca una singularidad: el agotamiento. Y es que al estar imbricados en una sociedad interconectada e interrelacionada, todo se analiza, juzga y, de vez en cuando, se reacciona. Estas reacciones buscan devolver el equilibrio el sistema, al ver que el propio sistema no lo hace. En los peores casos son revueltas populares para cambiar el sistema, y en los casos moderados son personajes outsiders que intentan cambiar el sistema. Algunos ejemplos son: Trump, Bernie Sanders o el movimiento Occupy Wall Street.
En los conflictos de 2019 en Bolivia sucedió exactamente una revuelta o insurrección popular provocada por el cansancio de un modelo de gobierno. Esto desembocó en la asunción al poder de diversos políticos, casi tomados por sorpresa, que gobernaron limitadamente y cometiendo varios errores. La explicación es que esos políticos no tenían una visión porque su marco de referencia era el modelo anterior. En definitiva, no se trata de tener o no el gobierno o líder que merecemos, sino empezar cambiando la mentalidad en busca del juego infinito.
Referencia
Simon Sinek – El juego infinito: ¿Sabes a qué estás jugando?
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